Etcétera y entre otros

etcétera y entre otros

     Muchas veces, por un mero prurito exhibicionista, algunas personas suelen hablar de cosas que no conocen, y por lo general siempre quedan mal. Por norma, no hablo de lo que no sé, y aunque tenga una noción sobre algún tema, prefiero admitir el desconocimiento. En varias ocasiones he recibido consultas sobre asuntos lingüísticos a los que ha sido necesario dedicarles bastante tiempo de investigación, en aras de satisfacer las inquietudes. Nunca abordo temas que no maneje con facilidad. Cuando hay  alguno  complicado, trato de asimilarlo, para luego ofrecer una respuesta que sea entendible y que disipe las dudas. Hace varios años un educador, con la intención de mostrarme sus conocimientos lingüísticos y metodológicos, me aseguró que la palabra etcétera había sido eliminada. Interesado en saber quién, cómo y cuándo había ocurrido la eliminación, le pedí que por favor me argumentara su opinión, y simplemente no supo darme la respuesta. ¿Cómo se llama eso? ¡Eso se llama hablar de lo que no se sabe!

     En virtud de las dudas que pudieran  existir al respecto, hoy les hablaré de etcétera (etc.) y de la frase “entre otros”; pero antes acuso recibo de una amable misiva del coronel Ybrahim Noriega en la que me contó que alguien  le habían preguntado si su nombre se escribe con "i" latina o con "i" griega (y), y que si la "b" era alta, de burro, "v" baja o de vaca, a lo que el comandante Noriega, de forma muy acertada y por demás respetuosa, le   respondió  que ahora  solo hay  “i” y “ye”; be (b) y uve (v), de acuerdo con las nuevas reformas ortográficas de 2010.

     No es cierto que la palabra etcétera haya sido eliminada, toda vez que eso no es posible. No hay persona ni institución que tenga la facultad para, mediante un documento o cualquier forma, eliminar palabras. Una cosa es que, por razones de estilo se recomiende la supresión de ciertos y determinados vocablos; pero de allí a que sean eliminados, es imposible. En los trabajos especiales de grado, para abreviar la enumeración de algo que se sobreentiende, se usan fases como “entre otros”, su correspondiente femenino u otra forma análoga, pues etcétera posee una fuerte carga expresiva y aun obscena que pudiera afear la prosa. En Colombia, en tiempos en que nuestro Simón Bolívar andaba en la lucha por librarnos del yugo español, a las prostitutas las llamaban etcéteras. Etcétera además, es sinónimo de enredo, confusión y caos. Cuando se dice que “Fulano está vuelto un etcétera”, se entiende que está inmerso en una situación difícil. Existen dudas y ambigüedades  en cuanto a su uso, y para eliminarlas, recomiendo la lectura del Diccionario Panhispánico de Dudas (DPD), que en pocas líneas  simplifica el asunto.       

     En cuanto a “entre otros”, como se sabe, es una opción para  evitar el  etcétera; pero hay un mal uso que ha comenzado a ser frecuente en la redacción periodística, al que voy a referirme en función de verificar el  empleo adecuado. Las normas de estilo sugieren que debe ir al final de  una enumeración; pero se ha vuelto una mala costumbre  su  aparición en medio del renglón: “A la reunión asistirán médicos, abogados, ingenieros, periodistas, entre otros, para conformar un comité multidisciplinario”. En este ejemplo hay dos impropiedades que se deben evitar, y es que, como lo dije antes, “entre otros” debe ir  al final de la oración, pues se usa para cerrar una enumeración, tal como en el ejemplo citado, que da a entender que hubo otros profesionales que fueron tomados en cuenta para la conformación del aludido equipo de trabajo.

     Por otro lado, se omitió la conjunción ilativa “y” que debió anteceder al último elemento de la enumeración. Esas líneas pudieron redactarse de otra  manera, sin faltar a las nomas estilísticas y gramaticales: “A la reunión asistirán médicos, abogados, ingenieros y  periodistas, entre otros”. Lo demás puede escribirse a renglón seguido o después de punto y aparte, lo cual dependerá de la índole de la información. 

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