masculino
y femenino
El sábado 28 de los corrientes, poco
antes de comenzar a redactar este artículo, leí
por Internet una nota de la agencia Efe, cuyo título era: “Autorizan
cambio de género a niño de seis años en Argentina”; pero en el sumario se
advertía que “la autorización servirá para que el niño cambie su sexo en el documento de identidad nacional”.
De buenas a primeras puedo decir que la confusión entre género y sexo no es
exclusiva de Venezuela, en donde por cierto hay una ley sobre la violencia de
género, sino que va más allá. En varias ocasiones he escrito sobre la
diferencia entre género y sexo. Muchos han quedado conformes con la explicación
y otros no, pues no han entendido que ambas palabras no son sinónimas, y que
conviene diferenciarlas para darles el uso adecuado. Hoy no voy a hablar del
asunto; pero quiero dejar claro que lo que
determina si alguien (en el caso de los seres vivos) es varón o es
hembra, es el sexo y no el género. Género tienen las cosas inanimadas y las
palabras, y a eso dedicaré el comentario, no sin antes agradecer la deferencia que han tenido unos
amables lectores que han solicitado ser incluidos en la lista de los que reciben
esta columna antes de ser publicada en
el periódico, pues les llega regularmente a su buzón de correo electrónico. A
los inconformes con género y sexo, les recomiendo la vigésima segunda edición
del Drae, con la que podrán despejar las dudas.
La mayoría de los errores de
concordancia que a diario aparecen en la redacción periodística, tienen su origen en el desconocimiento del género de
las palabras. A muchos se les dificulta saber si un vocablo es masculino o
femenino, y por tal razón incurren en impropiedades de elemental
correspondencia de los accidentes gramaticales. Es necesario entonces, saber
que género es una característica de los sustantivos, artículos, adjetivos,
participios y pronombres, que los
clasifica en dos grupos: masculino y femenino. Carecen de género los adverbios
y los verbos (salvo los participios), y cierto número de partículas tienen
género neutro. El género de las cosas es el que el uso les ha asignado, casi
siempre heredado del latín.
El género de las personas es por lo general, aunque no siempre, el que
corresponde a su sexo, en especial cuando se alude al origen (el alemán, la
alemana) o la ocupación (el frutero, la frutera). El género de los animales es, a menudo,
independiente del sexo y es el que el uso les ha asignado. La denominación de
género común se aplica a las palabras que aluden a personas, y que tienen una
única forma para ambos géneros (el atleta, la atleta), mientras que la de
género ambiguo alude a las de cosas y conceptos que se pueden usar en ambos
géneros (el mar, la mar). En rigor no se trata de otros dos géneros, sino que
aluden a la propiedad que tienen ciertas palabras de poder usarlas, tanto como
masculinas, como femeninas. Antiguamente se incluía un género más, el epiceno;
pero en la actualidad se prefiere hablar de sustantivos epicenos, pues en
realidad son palabras que o bien son masculinas o bien son femeninas (o incluso
en algún caso comunes). En cuanto a calor, su género es masculino, y por tanto
se considera vulgarismo hablar de “la
calor”.
Son palabras masculinas
las palabras que terminan en “o”. También tienen género masculino otras
palabras que terminan en “a”, “e”. Los
ríos, montes, volcanes, istmos, canales: el Nilo, el Amazonas, el Guanare, el
Himalaya, el Aneto, el Etna. Los
ciclones, incluyendo huracanes, tifones y tormentas tropicales: el Gustav, el
Hanna. Los meses y los días de la
semana: “Fue un agosto muy frío”, “El florido y hermoso mayo”. Las notas
musicales: ella, el fa bemol. Los
aumentativos en “on” aplicados a cosas, aunque deriven de palabra femenina: el
mesón, el notición. Los nombres de los puntos cardinales: el norte, el sur, el
este, orto u oriente, el oeste, ocaso o poniente. Los números: el tres, el cinco, el 93.
Son palabras femeninas
las que terminan en “a”. También tienen
género femenino otras terminadas en “o”, “e”.Las letras: la hache, la o. Hay
nombres terminados en “a” que son, ya masculinos, ya femeninos, según la
acepción en que se usan. Cometa es
masculino como cuerpo celeste, y femenino como juguete de muchachos. La palabra
curul es femenina, por tanto es incorrecto hablar un curul, sino una curul.
nuestroidioma65@blogspot.com
Comentarios
Publicar un comentario