¡Un vaso de agua, por enésima vez
¡un
vaso de agua, por enésima vez!
El tema de hoy lo he tratado varias veces
en esta columna, y a pesar de ser sumamente sencillo, muchas personas se
escandalizan y advierten que no debe decirse vaso de agua, sino con
agua, pues estos estos no están construidos de agua. No se percatan de que hay bolsas de hielo, platos de sopa, ventiladores de techo, relojes de pared,
mesas de noche, y ninguno está construido del material que sugiere la
preposición “de”. A los que no conocen
el asunto, no les queda otra opción que aceptar la reprimenda. Volveré una vez
más sobre el asunto, con la intención de disipar las dudas, habida cuenta del
creciente interés del público lector por adquirir facilidad en el manejo del
lenguaje escrito y oral, indispensable para aquellos que se precian de
comunicadores sociales y educadores.
Antes de entrar en materia les informo que
el taller de ortografía y redacción será los días 18, 19, 25 y 26 de abril del
presente año, tentativamente, pues podrá ser modificada la fecha, en virtud de
que haya la mayor participación. Los interesados deberán inscribirse a partir del lunes 6 de abril en
la sede de la Upel de Acarigua, ubicada en la avenida 30 con calle 29, diagonal
al Comedor Popular. El costo es 1300 bolívares, y serán depositados en la cuenta corriente 01340206002061016123 de
Banesco. Habrá cupo solo para 25 personas y pueden reservarlo por el 04143528938.
Cuando alguien dice “una taza de café”, el
significado que adquiere la preposición “de” es de referencia al contenido y no
al material del que está construida la taza. Por esa misma razón es lícito decir “una lata
de refresco”, “un galón de pintura” o “media cucharada de azúcar”. Es importante
destacar que existe una diferencia entre un vaso de agua y un vaso con agua,
pues el primero es la cantidad exacta de agua que cabe un vaso; mientras que un
vaso con agua es cualquier cantidad, desde una gota hasta llenar el vaso. El
profesor Alexis Márquez Rodríguez en su libro Con la lengua, dedica un
interesante artículo al tema y señala que la corrección se puso de moda en
Caracas, en donde los empleados de bares y cafeterías se esmeraban y todavía se
esmeran en señalar, “con cierto aire de regocijada superioridad”, que los vasos
no están hechos de agua. Márquez Rodríguez advierte que al parecer esa
costumbre comenzó a ser frecuente entre empleados portugueses y luego el mal
hizo metástasis en otras áreas, por lo que muchas personas se eximen de pedir
un vaso de agua, pues nunca faltará algún sabidillo que, sin ningún
conocimiento del asunto, les diga: “¡será un vaso con agua!”.
Toda la confusión deriva del
desconocimiento del uso de las preposiciones, que son una fuente inagotable de
dudas y de impropiedades lingüísticas. Una de las que más problemas genera, es la “a”, a la que en varias
ocasiones le he dedicado comentarios, tanto en esta columna, como en talleres
de lenguaje y conversaciones informales en las que suelo participar. En el caso
de la “de”, la mayoría de las personas piensa que solo indica el material de
que están construidas las cosas; pero desconocen que aparte de la función de enlace que
desempeña, le da significado a las frases. Sería interesante preguntarle a los
que cuestionan la expresión “un vaso de
agua”, ¿por qué es correcto hablar de una jarra de jugo, un jabón de baño, un
avión de combate, una emisora de radio, una planta de televisión, un libro de
Matemáticas, un estuche de creyones, una cocina de gas o camión de asfalto, si
es el mismo caso del vaso de agua?
No
hay razón para cuestionar el uso de un vaso de agua, dado que incluso contiene una figura retórica llamada
metonimia, que consiste en un cambio semántico por el cual se designa una
cosa o idea con el nombre de otra, con base en alguna relación semántica
existente entre ambas. Y aunque utilicemos vaso de agua o vaso con agua, de
todos modos hay que tomársela, pues la idea es mitigar la sed.
dfigueroa64@gmail.com
@nuestroidioma65
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