¡No aperture su cuenta, ábrala!


                                           ¡No aperture su cuenta, ábrala


 En el bachillerato nos han enseñado que las palabras surgen por derivación o por composición. Sin embargo, hay muchas personas que, de manera muy ingenua, piensan que la Real Academia Española, reunida en un salón, es la que acuña las palabras. Nada más lejos de la realidad, toda vez que el único creador es el pueblo hablante, que por necesidad expresiva, las inventa. A finales de los años ochenta apareció el fax e inmediatamente hubo la necesidad de adoptar un vocablo que designara la acción de hacer y enviar copias por medio del hilo telefónico. De allí nació el verbo faxear. Más tarde llegaron el chat y el twitter, y fue impostergable crear los verbos chatear y tuitear, que  por cierto aparecen en la más reciente edición del Drae, bautizada en octubre del año pasado. En la entrega de hoy voy a referirme una vez más a la palabra aperturar, que muchos consideran una invención lingüística y la usan en sustitución de abrir. Es un vicio que todos debemos evitar, en aras de llamar las cosas por su nombre.
     No estoy en contra de las creaciones lingüísticas, máxime cuando el español es una lengua en constante evolución, y si alguien tratara de oponerse a los cambios, se quedaría petrificado en el pasado. Al hablar de aperturar, estimo necesario advertir que no es una novedad de la lengua, sino una palabreja innecesaria que atenta contra un verbo legítimo como abrir. No surgió por necesidad expresiva, dado que con aperturar no se dice nada diferente que con abrir. Ha sido tanto el arraigo que ha tenido aperturar, que ya muy pocos hablan de abrir. Es habitual leer u oír que “el Presidente aperturará el año judicial” o  que “para optar al crédito, es necesario aperturar una cuenta”. Y si usted acude a una entidad bancaria y de manera cordial y legítima dice que va a abrir una cuenta de ahorros o corriente, nunca falta algún sabidillo o sabidilla, siempre con regocijados aires de suficiencia, que le diga: “¡Será aperturar!”.
     Da la impresión de que los bancos hicieran esfuerzos extraordinarios para  que sus trabajadores  se esmeren en utilizar la malhadada palabra, como si de esa forma demostraran sus dotes lingüísticas y estuvieran contribuyendo con el buen uso del lenguaje. Ese mal, lamentablemente ha hecho metástasis en otras áreas, y por eso muchas personas se han olvidado de que existe el verbo abrir e ignoran  que de este  deriva el sustantivo apertura. No es sinónimo de abrir, no es un modismo, no es un localismo ni una demostración del dinamismo de la lengua española, como han querido justificarlo. Es simplemente y llanamente  una mala costumbre, un vicio y una demostración de desconocimiento de la naturaleza de las palabras y de la función  que estas deben cumplir dentro de la oración. Hay quienes que aseguran que la Real Academia Española “autorizó” el uso de aperturar, lo cual deja entrever que quienes así opinan, no saben cuál es la función de la docta institución. Es cierto que aperturar se formó a partir del sustantivo apertura; pero sea cual sea el origen, no dejará de ser una palabra innecesaria, pues para señalar que algo fue descubierto  o se hizo  patente lo que estaba cerrado u oculto, basta con abrir. Lo demás es frivolidad. La Rae no autoriza ni desautoriza; simplemente registra.
     Sería interesante conocer el texto en el que,  supuestamente la Rae ha “autorizado” el empleo de aperturar en lugar de abrir. Les aseguro que ni en la vigésima tercera edición del Drae, de octubre de 2014 ni en el Diccionario Panhispánico de Dudas aparece algo relacionado con el tema. Según la Fundación del Español Urgente (conocida por el acrónimo Fundéu), organización auspiciada por la agencia Efe, el BBVA y asesorada por la Rae, aperturar no es apropiado en español y, por lo tanto, su uso no está justificado y debe evitarse. Entonces, ¿no es mejor abrir que aperturar? 
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