Iniciar y comenzar
Iniciar
y comenzar
En varias ocasiones he escrito sobre
impropiedades que tienen su origen en el empleo de palabras con significado
diferente del que registra el Diccionario académico. Siempre he recalcado que
la sinonimia, es decir, la relación de identidad o semejanza de significados
entre determinadas palabras u oraciones, en ninguna lengua es perfecta, lo cual
implica que, aunque haya términos de significado muy parecido desde el punto de
vista semántico, no siempre podrán usarse en el mismo contexto. Para conocer el
significado de un vocablo, además de revisar un buen diccionario, es necesario saber
en qué circunstancia ha sido usado. Los diccionarios de sinónimos son muy
útiles; pero solo registran la lista de las locuciones que guardan parecido
semántico, mas no indican cuándo deben usarse.
Los verbos iniciar y comenzar son
sinónimos; pero en ellos hay un sutil detalle que los hace diferentes. Conviene
saberlo, en virtud de emplearlos de manera correcta. Por eso hoy trataré de
mostrar esa diferencia, en aras de disipar las dudas. Antes, agradezco las
sugerencias y recomendaciones de mi hermano Luis Enrique Colina, quien
considera que el artículo de la semana pasada estuvo enrevesado en la
introducción, minado de comas innecesarias y carente de conectivos, lo cual –a su
juicio-, pudo haber incidido para que muy pocos lectores lo entendieran. Hubo
otras observaciones relacionadas con el estilo que no las comparto, no por
terquedad, sino por el hecho de que este es la marca personal de lo que hacemos;
no obstante, al escribir debemos basarnos en la sindéresis y el buen gusto. La
falta de eso fue quizás lo que motivó a
Luis a darme un merecido “templón de orejas”, que se le permite a alguien que conoce
el asunto. ¡Gracias, hermano!
Vaya también mi agradecimiento para el
colega periodista Domingo “Tortuga” Fuentes, jefe de prensa de Tiburones de La
Guaira, quien se percató de un gazapo. Quise escribir “misiva” y se me escapó
“masiva”. Afortunadamente, en el periódico lo advirtieron y lo corrigieron,
aunque se propagó en los envíos que regularmente les hago a mis contactos de
correo electrónico. Cuando me referí a la Unellez escribí: “…el gesto respetuoso y amigable de
la gente de prensa del Vicerrectorado de Producción Agrícola de la Unellez, que
gentilmente me solicitaron…” A mi amigo le pareció que debió ser “que
gentilmente me solicitó” y no “me solicitaron”. El sustantivo gente es
singular, pero es una palabra colectiva. Pude haber escrito, además, sin
incurrir en error, “quienes gentilmente me solicitaron”, con base en una figura
retórica llamada silepsis, que establece la concordancia por el sentido lógico
y no por las reglas.
Es frecuente leer u oír que “la vuelta a
Venezuela inicia mañana”; que “ya inició la jornada para la entrega para los
recaudos”; o que “el acto inicia con las notas del Himno Nacional de la
República Bolivariana de Venezuela”, etc. En todos los ejemplos, aunque iniciar
es sinónimo de comenzar, está mal utilizado. Existe una diferencia de construcción
que muy pocos advierten. En muchas ocasiones he tratado de aclararles el asunto
a los redactores, incluidos los que fueron mis compañeros de labores en la
Dirección de Medios Públicos del Gobierno del estado Portuguesa; pero siguen
incurriendo en la impropiedad de usar iniciar en vez de comenzar.
Puedo decir: “La carrera comenzó al
mediodía; pero no: “La carrera inició al mediodía” (debe ser se inició); “Está
empezando a llover”, pero no “Está iniciando a llover”. Si se tiene
conocimiento de lo que es un verbo transitivo o intransitivo, las cosas se
facilitarían y habría posibilidad de evitar el uso inadecuado. En los tres
casos lo correcto habría sido: “La vuelta a Venezuela comienza (o se inicia)
mañana”; “Ya comenzó (fue iniciada o se inició) la jornada para la entrega de
recaudos”; “El acto comenzará (o se iniciará) con las notas del Himno Nacional
de la República Bolivariana de Venezuela”. Vale acotar que esta no es una
anomalía exclusiva del periodismo venezolano, ni menos aun del portugueseño, dado que en Colombia, desde
donde supuestamente nos dictan cátedra
de redacción periodística, incurren a cada rato en ese despropósito, con la
excepción de Juan David Villa, que es un gran maestro del buen decir.
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