Americanos, norteamericanos y estadounidenses
Americanos, norteamericanos
y estadounidenses
A mi cuñada
Maritza Fernández, guaireña y guairista por siempre
En muchas
ocasiones me han pedido que hable sobre el gentilicio de los nacidos en Estados
Unidos, y nunca me había ocupado del asunto; pero no significa que no sea
importante. Hoy he escogido ese tema, en virtud de satisfacer las inquietudes
que por diferentes vías he recibido en los días más recientes, de parte de
personas preocupadas por los asuntos del lenguaje. Las dudas al respecto se han
fortalecido quizás por el inmenso poder inductivo que ejercen los medios de
comunicación, lo cual implica que todo lo que en ellos se diga o se escriba,
mal o bien, tiende a arraigarse en el vocabulario del común de las personas.
Desafortunadamente, siempre se impone lo negativo, lo absurdo, lo frívolo, lo
equivocado y aun lo ridículo. Antes de entrar en materia, debo agradecer las
manifestaciones de afecto que recibí con motivo del vigésimo segundo
aniversario de Nuestro Idioma, lo cual, como lo he manifestado en varias
ocasiones, me honra y me compromete a continuar esta apasionante labor de
divulgación periodística que, y no me sonrojo al decirlo, se ha convertido en
una guía para aquellos que se preocupan por escribir bien y hablar de la mejor
manera. ¡Gracias una vez más!
Es casi
imposible no toparse con notas de prensa en las que, por desconocimiento o
servilismo (que es peor), con expresiones como: “El gobierno norteamericano pretende
imponernos patrones de conducta”, lo cual podría calificarse de usurpación del
nombre de América y del calificativo americano. ¿Por qué usurpación? Porque
América no es un país, sino un área geográfica en la que se divide el globo
terráqueo, subdividida a la vez en Norteamérica,
Sudamérica y Centroamérica.
Es tan
norteamericano el nacido en Estados Unidos, como el de Canadá o México, aunque
algunos escritores, por razones que no comparto, aducen que México no pertenece
a Norteamérica, y basan su criterio en el hecho de que la mayor parte de ese
territorio está en Centroamérica; pero no les gusta hablar del robo de las
tierras que Estados Unidos perpetró en contra de México; pero aun así, ese país
es norteamericano, aunque a algunos no les guste.
No sé si en
otra nación de habla hispana que mantenga relaciones con Estados Unidos ocurra
igual; pero acá a la sede diplomática la llaman “Embajada Americana”, como si
el país se llamase América. Sin dudad, es una forma impuesta por los
estadounidenses, que servil y torpemente repiten con gran regocijo algunos medios
de comunicación. Llamar norteamericano a un estadounidense pareciera más bien una
clara intención de seguir el modelo gringo y no una confusión, como creemos
algunos. Y digo que a lo mejor no es confusión, pues si revisa el DLE u otro
diccionario de uso común, por muy elemental que este sea, se encontrará que
americano es “natural de América” y
“perteneciente a esta parte del mundo”, de
modo pues que no se justifica que se siga haciendo creer que americano y
norteamericano son exclusivos de Estados Unidos. Y si de norteamericano se
trata, los registros lexicales lo definen como alguien que ha nacido en
Norteamérica, que también les corresponde a los canadienses y a los mexicanos.
Desde la
llegada de Hugo Chávez al poder, en Venezuela se habla del “imperio
norteamericano”, para referirse a la hegemonía que desde siempre ha pretendido
imponer Estados Unidos; pero si se atiende a lo estrictamente semántico, la
frase no tendría sentido, pues todos saben que el país que siempre se ha creído
“El policía del mundo” es Estados Unidos, y no Canadá ni México, aunque estos
sean sus aliados políticos, económicos o mantengan otros vínculos. Lo correcto
sería “imperio estadounidense”, “imperio gringo”, “imperio yankee” o la forma
españolizada yanqui.
En resumen, a los nacidos en Estados Unidos
habrá de llamárseles estadounidenses. Son americanos y por supuesto
norteamericanos. Americanos son también los del sur: Argentina, Bolivia,
Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela;
así también los del centro de América. No es un capricho, es una forma de
llamar las cosas por su nombre.
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