Enfermedades en minúsculas
Enfermedades en minúsculas

En el
artículo de hoy me referiré solo al uso de las letras mayúsculas en los nombres
de enfermedades, por lo que no podrá ser considerado como un estudio completo
sobre mayúsculas y minúsculas. Sin embargo, dadas las dudas que aún persisten,
no está demás recalcar que los días de la semana, los meses del año y los
gentilicios, se escriben con inicial minúscula, a menos que con ellos se
comience un escrito: “Las solicitudes de becas las reciben los lunes, miércoles
y viernes”; “La campaña de vacunación contra la poliomielitis se desarrollará
desde enero hasta marzo”; y “A los venezolanos y los colombianos nos une el vínculo irrompible
de la hermandad, sea cual sea la situación política”. ¿Así, o más claro?
Los
nombres de las enfermedades se escriben en minúscula, salvo los propios que
formen parte de ellos. Pese a que no es un asunto difícil de entender, no es
raro que aparezcan escritos de modo inapropiado los nombres de estas, como se
muestra en los siguientes ejemplos: “La Fibrosis Pulmonar Idiopática, un mal de
origen desconocido”; “El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad
afecta a casi 3% por ciento de los niños mexicanos” o “Detectaron dos casos de
Gripe A en Tierra del Fuego”. En los tres ejemplos las iniciales mayúsculas son
innecesarias.
Tal como explica la Ortografía académica
en el apartado sobre las enfermedades, sus nombres se escriben con carácter
general en minúscula. En cambio, sí se inician con mayúscula los nombres
propios que siguen a expresiones como síndrome de, mal de, enfermedad de o
similar (enfermedad de Creutzfeldt-Jakob,
síndrome de Korsakoff, síndrome Hansen), o a veces las identificaciones
que, a modo de código, especifican variantes (gripe A). En algunos casos, el
nombre propio puede funcionar como una denominación informal de la enfermedad,
para lo cual se considera lexicalizado y se escribe también en minúscula y
adaptado al español; así, se escribe parkinson; pero debe escribirse mal de
Parkinson.
Según la Fundéu, “la mayúscula se está
usando más en las enfermedades menos frecuentes o en las que tienen una sigla,
pero no por ello dejan de ser nombres comunes, en los que lo adecuado es la
minúscula. Es decir, de igual modo que se escribe alergia, asma, cáncer, gripe,
hernia o resfriado, lo recomendable y apropiado es esclerosis lateral amiotrófica,
insensibilidad congénita al dolor, fibrosis quística o degeneración
hepatolenticular”.
A todas esas, en los ejemplos citados, habría
sido más apropiado escribir: “La fibrosis pulmonar idiopática, un mal de origen
desconocido”; “El trastorno por déficit de atención e hiperactividad afecta a
casi 3% por ciento de los niños mexicanos”; y “Detectaron dos casos de gripe A
en Tierra del Fuego”. Para saber esto,
no es necesario ser médico.
Y a propósito de síndrome de Hansen, ese
es el nombre científico de la lepra, enfermedad que afecta a la humanidad desde
al menos 4000 años, según evidencias halladas en la India e Israel. En
Levítico, que es el tercer libro de la Biblia y por ende del Pentateuco, se
nombra a la lepra en varios capítulos.
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