La preposición “de” y la tinta deleble
La
preposición “de” y la tinta deleble
Muchas de las impropiedades en el
lenguaje, oral o escrito, tienen su origen en el desconocimiento de las
preposiciones. Eso ha hecho que algunas expresiones, bien construidas y de uso
normal, sean consideradas defectuosas. El ejemplo más significativo es sin
dudas el típico “vaso de agua”, al que todavía muchas personas se empeñan en
condenar, y esgrimen como argumento, que los vasos no están construidos de
agua. Lo más preocupante es que la condena no se da solamente en el común del
hablante, sino en docentes y en comunicadores sociales que no se han preocupado
por saber cuántos usos tiene la preposición de.
Sobre el tema he escrito en varias ocasiones, y aunque he procurado ser lo más
explícito posible, el problema persiste, pues la fuerza de la costumbre y no sé
qué otro factor han incidido para que se siga cuestionando la mencionada
expresión . Si fuese impropio hablar de un vaso de agua, también lo sería de un
vaso de leche, de una copa de vino, un plato de asado, una cucharada de
mantequilla, una taza de té, un plato de caraotas. Pero hay más: tampoco se
podría hablar de un reloj de pared, una mesa de noche, ventilador de techo o de un cuchillo de cocina.
El meollo del asunto está en que la mayoría no se ha ocupado en conocer los usos de la preposición de.
La preposición, como parte fundamental de
la estructura gramatical, es aquella que establece la relación que existe entre
dos términos: “Estoy con la espalda contra
la pared”; “Dejó el chocolate en la
mesa”; “Dentro de la carta
encontrarás la verdad”. La preposiciones son: a, ante, bajo, con, contra, de,
desde, en, entre, hacia, hasta, por, para, según, sin, so, sobre, tras.
En cuanto a de, sus usos son múltiples y variados. Conviene conocerlos, para no
señalar errores en donde no los hay. Se emplea para indicar posesión y
pertenencia: “El vehículo del director”; “El caso de Mamera”. Muestra la
materia de la que están construidas las cosas: “Una mesa de madera”. Mediante
tropo, es lícito atribuir la materia contenida al objeto que la contiene, y de
allí surge el famoso vaso de agua, castigado de manera inmisericorde por
algunos sabidillos del lenguaje. Señala cualidad: “Hombre de carácter”;
“Corazón de piedra”; “Lo tildan de ignorante”. Junto con este caso, se puede
incluir la profesión u oficio: “Está de asesor en una empresa”; “Trabaja de
mesonero”; “Fue de cónsul a Lisboa”. Con ella se muestra parte de algo: “Comed
y bebed todos de él”; “Quién de ustedes es el encargado del negocio? De este
uso deriva el de las comparaciones de cantidad: “Más cuatro”; “Menos de la
mitad”. Origen y procedencia: “Vengo de casa”; “Procede de buena familia”.
Causa: “Se muere de miedo”, “Padece de insomnio”. Modo: de frente, de espaldas,
de pies, de contado, de cortesía. Tiempo: de noche, de día, de madrugada.
Como lo dije en tercer párrafo de este
artículo, la preposición de tiene una
considerable cantidad de aplicaciones, que no es posible comentarlas en una
sola entrega; por lo que solo he mostrado las más comunes y las que más
dificultades presentan, en aras de aclarar las posibles dudas. En cuanto a la
tinta deleble, el otro punto del comentario de hoy, ocurrió que el viernes el 7
de los corrientes fui a varios comercios dedicados a la venta de artículos de
librería y papelería en Guanarito, a comprar un marcador de tinta deleble, y mi
sorpresa fue que ninguno de los vendedores supo darme respuesta, pues todos
están influenciados por lo de marcador acrílico, lo cual es una impropiedad,
toda vez que lo es acrílico es el pizarrón o tablero, como lo llaman algunos, y
no el marcador. Si existe la tinta indeleble, es decir, la que no se borra ni
se desvanece, también está la que es borrable, la que es deleble. No es
cuestión de presumir de gran maestro de gramática y lingüística, sino de saber que
el antónimo de indeleble es deleble. Un buen diccionario de sinónimos y
antónimos sería muy útil en estos casos. ¡Así de sencillo!
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nuestroidioma65.blogspot.com
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