acento,
tilde y terminación ( III)
En
las entregas anteriores he hecho énfasis en dejar bien claro la diferencia entre acento, tilde y
terminación, en virtud de evitar
confusiones que, a mi entender, se producen por no tener bien definido lo que
significa cada una de esas palabras, que se utilizan en un contexto común; pero
que conviene diferenciarlas para no incurrir en impropiedades. En este artículo
hablaré de acentuaciones especiales, entre las que se encuentran los
monosílabos, y colocaré, una vez más,
ejemplos sencillos con los que puedan erradicarse las dudas. La colocación de
la tilde sobre los monosílabos, es también una fuente inagotable de dudas y de usos
inadecuados, sobre todo en personas a las que siempre se las ha tenido como
poseedoras de un buen manejo de la gramática. Antes de entrar en materia, debo
aclarar el significado de la palabra legado, puesta en boga a raíz de la
desaparición física del presidente Chávez, la cual ha dado pie para que en
muchos medios de comunicación y agencias de noticias publiquen expresiones
como: “Debemos honrar el legado que Chávez nos dejó”; “El legado dejado por Chávez nos impulsa a
seguir apoyando a la revolución”; y “Chávez nos dejó un legado de amor por la
patria “. En los tres ejemplos hay una palabra que sale sobrando, dado que al
decir legado, está implícita la idea de dejar. Entonces, con decir “el legado
de Chávez”, bastaría, pues legado es “aquello que se deja o se transmite a los
sucesores, sea cosa material o inmaterial”.
Quienes hayan leído los artículos uno
y dos de esta serie, pudieran conocer las palabras por la índole de la
entonación (acento), y estarían en capacidad de saber qué es una palabra aguda,
grave o esdrújula; pero es menester advertir que hay algunas a las que no se les coloca la tilde, en primer
lugar las monosílabas, tales como: sal, col, pie, dos, mes, ser, yo, el, tu,
mas, sin, cal, rey, la, ah, mi, sin su, coz, paz. Pero la regla exceptúa a
aquellas que tienen más de un significado dentro de la oración, y se ha
dispuesto que se les coloque tilde para evitar confusiones. Es el caso de “el”
cuando es artículo, no lleva la tilde; pero sí la lleva cuando es pronombre
personal: “Yo le di el dinero a él”. No es un juego de palabras, sino una forma
de demostrar cuándo lleva tilde y cuándo no.
“Mi” y “tu” en algunos casos pueden ser pronombres y deberán llevar tilde,
o pueden ser adjetivos posesivos y no la llevan: “Mi casa es un refugio de paz
para mí”; “Tu trabajo te agrada porque tú sabes hacerlo”. “Mi” y “tu” en estas
frases son en primer lugar adjetivos posesivos, y no llevan tilde, y en segundo
lugar son pronombres personales, y sí la llevan.
La partícula “si” lleva tilde cuando
es pronombre personal: “Tardó en volver en sí”; “Lo quiere todo para sí”.
También lleva tilde cuando es adverbio de afirmación: “Yo sí alabo a Dios”. No
lleva tilde cuando es conjunción condicional: “Si te lo propones, podrás
alcanzar la meta”. “Mas” lleva tilde cuando es adverbio de cantidad o
comparativo: “Yo quiero más”; “Este libro es más caro que el otro”. No lleva
tilde cuando es conjunción adversativa, equivalente a pero: “Todos estaban felices,
mas José no lograba reponerse del impacto”.
“De” lleva el símbolo gráfico cuando
es tiempo del verbo dar, y no cuando es preposición: “Es tiempo de que cada
quien siga el plan trazado”; y “Cada quien dé como propuso en su corazón: no
con tristeza, ni por necesidad, porque
Dios ama al dador alegre” (2 Co 9:7). En el primer ejemplo, “de” es
preposición, y no leva tilde; en el segundo es tercera persona del presente de
subjuntivo del verbo dar, y para que se cumpla la regla, lleva tilde. “Se”
puede ser pronombre, y no lleva tilde:
“Él se fue de casa”. Pero también puede oficiar de tiempo de los verbos ser y
saber, y en ambos casos llevará tilde: “No sé qué le pasa a ese señor”. “No
seas imitador, sé tú mismo”.
A la conjunción “o”, antes de las nuevas reglas
ortográficas vigentes, se le colocaba tilde cuando iba entre cantidades, para no confundirla con el cero; pero hoy día se escribe sin tilde en
cualquier caso. Igual ha ocurrido con la palabra “solo”, que debía llevar tilde cuando
equivalía a solamente, y no cuando era adjetivo para indicar solo de compañía: “Sólo
podrás hablarle cuando esté solo en su oficina”. Esa regla ha quedado obsoleta,
y no llevará tilde en ningún caso.
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