Lenguaje deportivo
lenguaje
deportivo
El joven estudiante universitario,
comentarista, columnista de prensa y
narrador deportivo Héctor González, me ha planteado dos interesantes casos, uno sobre una frase que emplean de manera
exagerada algunos comentaristas y/o narradores deportivos, y otro sobre la palabra criollo, que
–a su juicio-, se abusa de ella y es
necesario hacer la observación, con la finalidad de que los que las usan, se
persuadan de la importancia de emplearlas con propiedad.
Ya en otras ocasiones he escrito acerca de los frecuentes errores en el ámbito deportivo y muchos son los que
han asimilado las correcciones y se han
distinguido del resto del grupo, en el que desafortunadamente abunda el
disparate. Héctor y yo coincidimos en que se ha perdido la calidad en la
narración y en el comentario, toda vez que las nuevas promociones, con contadas
y honrosas excepciones que se distinguen muy fácilmente, se han dedicado a
imitar y no a crear, lo cual no les permite destacarse, pues el imitador
siempre va a ser un segundón, a menos que la imitación sea utilizada como modus
vivendi, como el caso de Julio Zabala y Rolando Salazar.
Hoy
día la mayoría de los narradores de
ciclismo y de fútbol quieren parecerse a
los colombianos, que son grandes maestros en el oficio; mientras que los de coleo utilizan los mismos
términos, expresiones y aun gestos de
Nicolás “Pelón” Espinoza. Según Héctor
Gonzalez, algunos comentaristas y narradores de fútbol, tanto de Venezuela como
de Sudamérica, se les ha pegado una suerte de muletilla que la utilizan
frecuentemente para referirse a los minutos previos al comienzo de un partido.
La mayoría habla de “se nos viene el partido”, “se vienen noventa minutos” o
frases parecidas que, aunque estén bien construidas gramaticalmente, contienen
una impropiedad semántica. En el caso de “se nos viene el partido”, es
indudable que la intención es señalar que el partido está por comenzar, solo
que emplean la expresión inadecuada. Más
sencillo sería decir “viene el partido”,
“vienen los noventa minutos” o “está por comenzar el partido”, toda vez que se hace un uso inapropiado del pronombre personal “se”. Si se usara de manera consciente, pudiera decirse que es
una metáfora, de esas que adornan el relato; pero ocurre que se las emplea a veces por imitación de narradores y
comentaristas sureños, que les gusta exhibir su erudición en materia de
lenguaje. Mi amigo el profesor Obed
Vizcaíno, periodista y docente universitario, opina que es un modismo, lo cual le
daría validez, mas pienso que repetirlo muchas veces, denota cero
creatividad y poco gusto. No estoy de acuerdo con que sea un modismo, y
sostengo que es un error que se ha vuelto una costumbre. De cualquier manera,
queda abierto el debate para que podamos analizarlo desde el punto de vista
gramatical.
En cuanto a criollo, no es que se le
use de manera inadecuada, sino muy
repetitiva, como si no hubieran otras
palabras para sustituirla y evitar la monotonía. Hoy día muchos locutores, columnistas y redactores de
crónicas deportivas, para hablar del desempeño de algún compatriota en el
exterior, en antetítulos, títulos,
sumarios, intertítulos y pies de fotos, hablan por ejemplo de: “El criollo Martín
Pérez tuvo una brillante actuación el pasado sábado”, lo cual de buenas a
primeras no tiene nada de malo. Lo cuestionable es la repetición de la
mencionada palabra en muchos diarios y páginas web, como si no tuviera
sinónimos. Muchos lo usan como si fuera una palabra exclusiva de nuestro país.
Ignoran que criollo es una palabra que
deriva del verbo criar.
Un criollo es alguien que se ha criado
en un determinado territorio, por lo que hay criollos de Argentina, Brasil,
Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, España, etc. En tal sentido, los cronistas
deportivos deben ser cuidadosos en el uso, pues si lo que escriben es leído
fuera del país, puede crear confusión. De criollo son sinónimos, nativo,
nacional, compatriota, coterráneo; pero los narradores y comentaristas se
aferran en el uso de siempre las mismas palabras, lo cual habla por sí solo de
su calidad. Hay algunos que para demostrar que son creativos y conocedores de
la materia, emplean una serie de términos y expresiones que evidencian su pobreza
léxica y escaso conocimiento de la disciplina en la que se desempeñan como
narradores y comentaristas. Pero al lado de estos ha habido y hay grandes
maestros que han creado verdaderas escuelas, de las que muchos han aprendido y se distinguen del
montón.
@nuestroidioma65
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