Aficionados y fanáticos
Aficionados
y fanáticos
A
Jesús Rodríguez “El Matador”
El desarrollo de la Copa América en Chile,
que en mi opinión no tiene la misma emotividad de ocasiones anteriores, sin dudas acapara la atención de
los seguidores del balompié en el sur del continente americano y en
Centroamérica y Caribe, dado que a este certamen acuden las ocho selecciones de
la Conmebol y algunas invitadas de la Concacaf, que es la otra confederación futbolística de América y a la que pertenecen
Jamaica y México, que estuvieron como selecciones invitadas. Ha habido ediciones en las que han participado oncenas de otros continentes, como Japón, que estuvo
en la de Paraguay en 1999. Con
diferentes grados de afecto, cada quien apoya a su selección, y de ahí las
distintas formas de definir a los que siguen a un equipo. El fanatismo y la
afición no solo existen en el deporte, sino también en las religiones y en la
política; pero como no soy religioso ni
político, solo hablaré de lo primero, a propósito de la Copa América, que está
a pocas horas para entrar en la etapa de semifinales.
Definir lo que es fanatismo y afición
pudiera tener sus riesgos, pues a algunos fanáticos no les gusta que los llamen
aficionados, y hay aficionados que
rechazan la calificación de fanáticos; pero sea cual sea la actitud, son una
forma de descargar tensiones. El aficionado muestra actitudes de respeto hacia
el contrario, acata las normas en los estadios y se divierte con ruidos de
instrumentos sonoros, palmadas rítmicas o la ola. Luego del partido se retira sin buscar ni ocasionar problemas, alegre por
triunfo de su equipo. Pero si pierde, como todo ser humano, lo siente, lo
lamenta y se mentaliza en el venidero encuentro, con la esperanza de ganar.
En cambio, el fanático mira con rivalidad
al contrario. Siempre trata de sobresalir y su intención es ver ganar a su
equipo a toda costa, y por eso en la
mayoría de las veces no disfruta el juego, pues está pendiente de otras cosas,
por lo general reñidas con la moral y las buenas costumbres. El fanático no
saber perder, y cuando eso sucede, le
echa la culpa al árbitro y siempre está dispuesto a desencadenar acciones
violentas. Es intolerante con los rivales, a quienes ve como enemigos, como lo
sostiene el columnista mexicano Carlos Gutiérrez Montenegro: “El fanático
piensa, siente, ama y odia para el equipo”. Nunca reconoce las bondades del contrario, y
aunque este haya ganado en buena lid, no admite que su equipo fue inferior en
ese partido. Eso ocurre en la mayoría de los deportes; pero es en el fútbol en el
que más se da, como lo muestra la
existencia de las denominadas barras. Los hooligans son quizás la evidencia más contundente de lo
que es el fanatismo en el deporte. La Real Academia Española los define como:
“Hinchas británicos de comportamiento violento y agresivo”. Ellos han sido los responsables de tragedias en estadios, como la
ocurrida en 1985 en Bruselas, Bélgica,
en la 39 personas murieron durante la final de la Copa de Europa, en el
partido entre la Juventus y Liverpool, o la de 1989, en el estadio de
Hillsborough (Shefield, Inglaterra), en donde al menos 93 personas murieron
durante una semifinal de la Copa FA entre el Liverpool y
Nottingham Forest.
Esa actitud fue copiada en varios países de América, y por eso
es frecuente leer u oír noticias sobre hechos lamentables suscitados en
escenarios de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México,
Perú, Paraguay, Uruguay y por supuesto Venezuela. Acá son famosas las que
apoyan al equipo que internacionalizó al balompié venezolano: el Portuguesa FC,
de Araure-Acarigua. En esta parte del país, por mucho tiempo estuvo anclada la mayor
pasión por el fútbol. Las crisis que ha vivido la oncena rojinegra hicieron que
el fervor se trasladara al estado Táchira, en donde existen agrupaciones de
fanáticos que se identifican con el equipo local; pero que en ocasiones se
exaltan y ponen en riesgo la integridad física de los que acuden al estadio a
disfrutar sanamente, es decir, a los aficionados. ¿Es usted fanático o
aficionado?
dfigueroa64@gmail.com
@nuestroidioma65
nuestroidioma65.blogspot.com
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ResponderEliminarBUENAS NOCHES... UNA DUDA CON RESPECTO A CASOS PARTICULARES DEL DÍA A DÍA. COMO SE OYE DECIR, --NO HAY NADA-- Y --NO HAY NADIE-- PARECIERA REDUNDANTE, PUESTO QUE --NO-- ES UN ADVERBIO DE NEGACIÓN Y --NADA-- ES AUSENCIA E INEXISTENCIA DE CUALQUIER OBJETO. EN TALES CASOS SERIA INTERESANTE LEER UN ARTÍCULO SOBRE ESTAS FRASES COTIDIANAS. GRACIAS.
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