Manuales de estilo
Manuales de estilo
Con
la finalidad de unificar criterios, y basados en las normas gramaticales y
ortográficas actualizadas, muchos medios de comunicación en el mundo han creado los llamados manuales de estilo o
redacción, que no son más que cuadernillos en los que además se establece la
política editorial de empresa y algunas normas de conducta para el ejercicio
periodístico. He podido leer el del diario El Tiempo de Bogotá, que gentilmente
me lo obsequió mi amigo y compañero en el quehacer de la palabra, Thelmo
Travieso; el de la Sociedad Interamericana de Prensa y el del diario ABC de
España. El nombrado periódico español no publica notas sobre boxeo, porque
considera que es un deporte denigrante para el ser humano; mientras que la Sip
establece que los periódicos afiliados a ella no deben usar regionalismos. Cada
medio define su estilo y procura consolidarlo como instrumento de trabajo
diario.
En Venezuela el más conocido, es sin dudas,
es el del diario El Nacional, que no solo es una guía para los que trabajan en
esa empresa, sino que puede ser usado por cualquier persona que desee disipar
sus dudas gramaticales. Es un excelente material para los hombres y mujeres que
se inician en el apasionante mundo de la Comunicación Social. En Portuguesa
está el Manual de Estilo de la Dirección de Medios Públicos del Gobierno
Estadal, del que tengo el honor de ser corredactor, junto con el licenciado Oscar Soteldo. La
intención de este y cualquier manual, no es coartar la libertad de los
periodistas, sino procurar que se amolden al estilo genérico establecido, en
aras de minimizar las impropiedades.
No son una forma infalible para no cometer
impropiedades; pero ayudan a evitar faltas semánticas, sintácticas y ortográficas.
Un error semántico se comete al escribir
una palabra que no va con el contexto, pero que al leerla en voz alta, se puede
entender. Por ejemplo: “El 5 de junio la gente acudió a botar masivamente en la
elección presidencial”. El error está en que la palabra correctamente escrita
es votar y no botar. Son palabras que tienen el mismo sonido, se escriben
diferentes y no significan lo mismo (homófonas). Un error sintáctico consiste
en la irregular distribución de los elementos de una frase, falta de
concordancia y omisión de elementos de relación. Entre los más comunes en la
redacción periodística y con los que tengo que enfrentarme a diario, son los
que contienen faltas de concordancia: “Se distribuyó los recursos”, “Se instaló
mesas de trabajo”, “Se repartió volantes”, etc. Si estas mismas oraciones se
construyen en voz pasiva, se sabrá que “recursos fueron distribuidos”, que “mesas
de trabajo fueron instaladas” y que “volantes fueron repartidos”. Es el mismo
caso de “se vende o se venden bicicletas”.
“Vidal
queda en libertar tras chocar su coche ebrio”
El
miércoles 17 de los corrientes, el profesor Edgar Quero me envío por pin el título
de una nota publicada en la edición para la zona metropolitana de Caracas, del
diario Meridiano, que textualmente decía: “Vidal queda en
libertad tras chocar su coche ebrio”. El profesor Quero es columnista deportivo
y abogado; pero además un gran preocupado por el bien decir, y es lógico que el
malhadado título le haya causado preocupación y risa. No sé si el texto
original es del referido diario deportivo o fue copiado de alguna agencia; pero
lo cierto es que es un exabrupto que demuestra que quien lo redactó no tiene la
mínima idea de que lo que es la anfibología, es decir, escribir con doble
sentido. Según el texto, el ebrio era el vehículo y no el centrocampista de la
selección de Chile. Es igual que escribir “zapatos para niños de goma”,
“sandalias para damas de cuero” o “carne en vara asada”.
Cabe aclarar que eso de escribir con doble
sentido, por lo general no es adrede, sino por desconocimiento, aunque hay
quienes sí lo hacen con intenciones, que van desde lo jocoso hasta la maldad. El
ejemplo citado por Quero contiene un error sintáctico.
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