A ver, haber y otros detalles
A ver, haber y otros
detalles
Por mucho
que se insista en la corrección, por muchas explicaciones que pudieran darse,
es frecuente en foros, textos de Internet,
mensajes de texto, textos periodísticos originales, palabras y
expresiones mal utilizadas, que denuncian el descuido de sus autores. Hoy día
se ha despertado un gran interés por las cuestiones lingüísticas, lo cual es placentero
para los que tenemos por oficio escribir sobre gramática y ortografía; pero con
asombrosa frecuencia aparecen horrores,
ante los que es necesario decir algo, aunque sea nadar contra la corriente. El
más común es la confusión entre el verbo haber y la expresión “a ver”. No es
raro toparse con: “Haber si me escribe”; “Haber si nos vemos”; “Voy haber si
puedo”. En los tres ejemplos, el verbo haber es impertinente, pues se le da un
uso inadecuado. Sobre esto voy a citar algunos ejemplos en aras de disipar las
dudas. También me referiré a unas palabras que son fuentes de confusión,
incluso en personas cuya ocupación habitual es la redacción en diferentes
ámbitos. Trataré de explicarlo de la forma más sencilla.
Los que
escriben haber por a ver, se dejan llevar por el oído, dado que, aunque se
escriba a ver, se oye “aver”, y muchos creen que se trata del verbo haber, que
como se sabe, se escribe con h. Lo correcto es a ver: “A ver si me escribes”; “A
si nos vemos”, “Voy a ver si puedo”; “Vas a ver quién soy yo”. Se da el caso de
algunos periodistas que omiten la
preposición “a” antes de verbos en infinitivo: hacer, jugar, bailar, comer,
descansar, reír, cancelar, recolectar, etc. Durante mi estada como coordinador
de impresos de la Dirección de Medios Públicos del Gobierno de Portuguesa, en
los textos originales era frecuente leer oraciones como: “El Ministro dijo que
va ser lo posible por lograr los recursos”; o “Dijo que se va ser una asamblea
para discutir los puntos resaltantes”.
La omisión
de la a incide para que se produzca un error de escritura, de pronunciación y
se dé el mismo caso de haber y a ver, y aunque le dediqué bastante tiempo a la
solución del problema, nunca tuve la satisfacción de ver que ese vicio hubiese
desaparecido. En muchas salas de redacción de medios impresos de gran prestigio
existe la mala costumbre de no colocar a cuando esta acompaña a un verbo en
infinitivo. Y por eso los correctores y las personas que se encargan de que las
notas salgan impecables, se topan con: “Dijo que el asunto no se va solucionar
en corto tiempo”; “Esa situación va dar mucho de qué hablar”; “Va ocurrir algo
inesperado”. En los tres casos hace falta la preposición a: “Dijo que el asunto
no se va a solucionar en corto tiempo”; “Esa situación va a dar mucho de qué
hablar”, “Va a ocurrir algo inesperado”. Casi nunca este tipo de errores llega
al público; pero ha habido casos en los que “los duendecillos de la redacción”
han hecho de las suyas.
En cuanto
a las palabras que se prestan a confusión, están: “adonde”, “a donde”, “adónde”; “ahí”, “hay”, “ay”, “atajo”
y “hatajo”. Adonde se emplea cuando aparece su antecedente (cuando aparece la
palabra a la que se refiere): “Es allí adonde pensamos ir”; “Vi la casa adonde
iremos”. Se usa a donde cuando no
aparece antecedente: “Quiero ir a donde tú vas”. Adónde se emplea si es interrogativo:
“¿Adónde vas tan temprano?”.
Ahí es un
adverbio, equivalente a “en ese lugar”: “Ahí hay un enorme hueco”. Hay es una
forma del verbo haber: “Hay más niños que adultos”. Ay es una interjección que
denota dolor, perplejidad, desconcierto,
miedo, sorpresa o placer: “¡Ay, me duele demasiado!”; ¡Ay, no lo puedo creer!”;
“¡Ay, qué susto!”; “¡Ay, no lo puedo creer!”; ¡Ay, qué vergüenza! “¡Ay, qué bueno!”.
Atajo y
hatajo son palabras homófonas que son confundidas
con mucha frecuencia, ante lo cual hay que decir que la primera es “camino más
corto”; en tanto que la segunda es “pequeño rebaño”, “grupo de animales”. Con
este último sentido, se emplea en forma despectiva: “Allí lo que hay es un
hatajo de flojos”.
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