Desafortunadamente y maestrante
22-05-2017
Desafortunadamente
y maestrante
Muchas personas, de
manera ingenua quizás, piensan que la Real Academia Española está investida de
autoridad para permitir o rechazar el uso de palabras. Habrá quienes a lo mejor
se imaginan que los miembros de la docta institución se reúnen en un recinto
parecido al que usan en el Vaticano para elegir al papa, para crear vocablos,
como si eso es algo que se logra mediante el acuerdo de un grupo de personas o
por un decreto. El creador es el pueblo hablante, que las inventa de acuerdo
con sus necesidades expresivas, y la Real Academia Española lo que hace es plasmarlas
en las páginas de su diccionario. Eso, desde luego, no implica que la función
del referido cuerpo colegiado no sea importante; pero atribuirle autoridad, dista
mucho de lo que es su verdadera función. En todos los ámbitos de la vida
cotidiana es frecuente oír que tal o cual vocablo no se puede usar porque no
aparece en el diccionario.
Existen términos que quizás nunca entrarán
en el registro lexical; pero eso no es motivo para no emplearlos. Lo que
precisamente hace que entren, es el uso extendido que de ellos se haga. No se puede decir una palabra no existe, pues
al pronunciarla o escribirla, ya tiene vida. Pero, supongamos que no existiera,
¿cómo hacer para nombrarla o escribirla? Es posible que sea un localismo o un
término creado para satisfacer alguna necesidad de comunicación en cierto y
determinado momento o lugar; pero no se puede negar sus existencia. Las
palabras viven desde el momento en que pueden pronunciarse o escribirse. Un
ejemplo típico es “aperturar”, formada a partir del sustantivo apertura. Su uso
es ocioso, inútil, imprudente, impertinente, al tiempo que usurpa la función de
un verbo legítimo, como lo es abrir. Hoy día, con contadas y honrosas
excepciones, nadie abre, sino que apertura, como si se tratase de una innovación
lingüística; y aunque a muchos repugne, no se puede negar que existe.
Les hablo, entonces, del adverbio “desafortunadamente”,
con base en una inquietud del educador José Vásquez Manzano, y del sustantivo “maestrante”,
para aclarar que los cursantes de una maestría son o deberán ser “maestrandos”
y no “maestrantes”, como suele decirse corrientemente. Sobre esto último
escribí hace algunos años, a propósito de una amable petición del profesor Alí Misael
Acosta, estudioso, gremialista y fiel cultivador de la amistad popular. A Alí, al
parecer, no le convenció la explicación que le di aquella vez, y por eso hoy de
nuevo toco el tema, habida cuenta de las dudas que aún persisten.
Vásquez Manzano,
preocupado por el buen decir, me ha comentado que en varias ocasiones le ha
sido cuestionado el uso de “desafortunadamente”, dizque porque no existe. Lo
curioso es que, quienes lo han “corregido, no han podido o no han sabido argumentárselo
con un criterio sólido. “Desafortunadamente” es el antónimo de “afortunadamente”,
tal como lo sugiere el prefijo de negación “des”. También existe la palabra
“infortunadamente”, contentiva del prefijo de negación “in”.
Como
habrán podido notar, ambos términos son perfectamente válidos y podrán usarse
en razón de gusto. En favor de “desafortunadamente”, la Real Academia Española
ofrece abundantes ejemplos que no dejan lugar a dudas, y cuestionarla sin tener
el debido conocimiento, es simple y llanamente un tributo a la ignorancia.
En cuanto a “maestrante”, es importante
acotar que este vocablo designa al trabajador de una maestranza, tal como lo
señala el DLE (Diccionario de la Lengua Española). Si se asocia con otros
términos del ámbito educativo, lo adecuado sería “maestrando”, en analogía con
educando, doctorando, tesinando, etc. Es cierto que maestrando es un neologismo
que aún no está en el registro lexical; pero eso no impide usarlo. Sin dudas,
más temprano que tarde hará su entrada triunfal. En todas las instituciones de
educación universitaria y en lenguaje de los medios de comunicación se ha
impuesto maestrante. Sería interesante y altamente gratificante, que las
autoridades universitarias, tanto del sector público como del privado revisaran
el caso, y en virtud de lo cual instruyeran al profesorado, para que se enmiende
el despropósito y se establezca que los que cursan una maestría son maestrandos
y no maestrantes. ¿Está claro? ¡Gracias!
@nuestroidioma65
nuestroidioma65.blogspot.com
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