Embasarse
Embasarse
Siempre que hay tertulias relacionadas con
el lenguaje, surgen las dudas y aumentan las polémicas sobre la supuesta
autoridad de la Real Academia Española
respecto del uso de las palabras. Hay quienes creen que los giros y vocablos
son creados por la docta institución, y a lo mejor imaginan que sus miembros se
reúnen en un salón parecido al que utiliza el Vaticano para elegir al papa. Es
por eso que con frecuencia se oye decir, en todos los estratos de la sociedad,
que tal o cual palabra no puede emplearse porque no está aceptada por la
institución mencionada. Ello ocurre porque no se sabe cuál es su verdadera
función. La Real Academia Española, para quienes aún no lo tienen claro, no es
una autoridad para permitir o prohibir el uso de palabras. Su labor consiste en
registrar las que van surgiendo por necesidad expresiva. De modo pues que, hay
y habrá términos que quizás nunca entren en el registro lexical por diversas
razones; pero eso no significa que no puedan usarse. Fue fundada en 1713 por
Juan Manuel Fernández Pacheco, con el propósito de “fijar las voces y vocablos
de la lengua castellana en su mayor propiedad, elegancia y pureza”. Y aunque en
su emblema, formado con un crisol puesto al fuego se lee que ella “limpia, fija
y da esplendor”, no fue creada para ejercer funciones represivas e
incriminatorias. En materia de lenguaje, la verdadera autoridad es el pueblo. Claro, no se puede prescindir de
su aporte para la regularización lingüística.
Hoy voy a hablarles del verbo embasarse,
del que su surgió una interesante duda durante el desarrollo del taller “Vicios
en la redacción y cómo eliminarlos”, dictado en San Carlos el sábado 2 de los
corrientes. Pero antes respondo una consulta del médico pediatra, zuliano y
amigo, Calixto Díaz Figueroa, quien a través de la red social Facebook me pidió
que le aclarase si la forma correcta es presidente o presidenta para el caso de
las damas. Sin entrar en honduras gramaticales, debo decir que desde 1976, a
raíz de los movimientos en pro de la liberación y dignificación femenina, se
recomienda que el cargo u oficio concuerde con el sexo, es decir, si ejerce una
concejalía, es concejala; si ejerce un juzgado es jueza; si ejerce un
ministerio, es ministra; y si ejerce una presidencia, indudablemente será presidenta,
por la misma razón por la que a una dama que practica la docencia, se le dice
profesora o maestra y no profesor o maestro.
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