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Mostrando entradas de julio, 2017

Asta y hasta

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Asta y hasta      Desde que me dedico a escribir sobre temas relacionados con el lenguaje oral y escrito, he asumido la obligación moral de señalar las impropiedades, aun a riesgo de las reacciones que ello pudiera generar. Hay quienes aceptan de buena manera y agradecen la corrección; pero hay otros que, además de ofenderse, se muestran como eruditos y hasta se atreven a recomendar lecturas, pues consideran que los equivocados son otros. Las redes sociales están plagadas de escritos en los que abundan los errores de diversa índole: falta de tilde, de signos de puntuación; errores semánticos, falta de concordancia, sintaxis y otras situaciones que denuncian el desconocimiento por parte de quienes suelen usarlas de manera regular. Eso es detestable, pues se entiende que Facebook y Twitter son una expresión de modernidad, de actualidad, y quienes las usan, deberían ser igualmente personas actualizadas, que por lo menos debieron haber aprobado el sexto grado de primaria o el quin

¡Sobre un sobre!

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¡Sobre un sobre!           Siempre recibo comunicaciones en las que los remitentes se autocalifican como asiduos lectores de esta columna, lo cual, aparte de honrarme, me estimula y me compromete aun más en este trabajo de divulgación periodística, destinado a quienes les apasiona el lenguaje oral y escrito. De manera regular llegan a mi buzón de correo electrónico, misivas contentivas de interesantes inquietudes con impropiedades lingüísticas frecuentes en los medios de comunicación y en el habla cotidiana; pero otras veces son comentarios elogiosos, que igualmente me hacen sentir que el esfuerzo y la dedicación por más de veinte años en estas lides no han sido en vano. Por diversas vías me he enterado de que Nuestro Idioma es una lectura sugerida en algunas instituciones de educación secundaria y universitaria, además de que muchos la han adoptado como una guía de consulta para disipar las dudas a las que habitualmente deben enfrentarse los y las que  tienen por oficio la r

La preposición “de” y la tinta deleble

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La preposición “de” y la tinta deleble      Muchas de las impropiedades en el lenguaje, oral o escrito, tienen su origen en el desconocimiento de las preposiciones. Eso ha hecho que algunas expresiones, bien construidas y de uso normal, sean consideradas defectuosas. El ejemplo más significativo es sin dudas el típico “vaso de agua”, al que todavía muchas personas se empeñan en condenar, y esgrimen como argumento, que los vasos no están construidos de agua. Lo más preocupante es que la condena no se da solamente en el común del hablante, sino en docentes y en comunicadores sociales que no se han preocupado por saber cuántos usos tiene la preposición de . Sobre el tema he escrito en varias ocasiones, y aunque he procurado ser lo más explícito posible, el problema persiste, pues la fuerza de la costumbre y no sé qué otro factor han incidido para que se siga cuestionando la mencionada expresión . Si fuese impropio hablar de un vaso de agua, también lo sería de un vaso de leche, de un

He aquí los signos de puntuación

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He aquí los signos de puntuación      Siempre que tengo oportunidad  de hablar del tema, trato de motivar a los interesados, sobre los aspectos que se deben tomar en cuenta para redactar con claridad y sencillez. En varias ocasiones he destacado la importancia de saber identificar las palabras por la índole de la entonación (agudas, graves, esdrújulas y sobresdrújulas), manejar con relativa facilidad las reglas de acentuación y conocer la función que cada palabra cumple en la oración. A ese tema, en conjunto o por separado, le he dedicado innumerables artículos, en función de disipar las dudas. En la entrega de hoy voy a referirme una vez más al uso de los signos de puntuación, que son los que le dan sentido a la escritura, toda vez que permiten resolver o eliminar ambigüedades. Su buen manejo significa orden y jerarquización de las ideas, lo que se traducen en  una mejor interpretación, análisis y comprensión del texto. Les hablaré entonces, del punto, la coma, los dos puntos