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Mostrando entradas de febrero, 2016

Estadio, estadío y el género de países y ciudades

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Estadio, estadío y el género de países y ciudades         Muchas personas, por querer adornar la prosa y exhibir sus dotes de grandes oradoras, frecuentemente utilizan palabras con significado diferente del que registra el Drae (DLE), y a veces emplean algunas con acentuación inadecuada. El ejemplo más significativo está en el vocablo intervalo, que siendo llano, la mayoría lo utiliza como esdrújulo, como ocurría hace unos cuantos años, cuando había una cuña televisiva de una toalla sanitaria, lo cual constituía una burda deformación fonética, evidencia de supina ignorancia de los “creativos”  que la elaboraron, pues mientras se escuchaba la palabra mal acentuada, la misma aparecía escrita debidamente, sin acento esdrújulo. ¡Y no me digan que se hizo ex profeso, como un recurso publicitario, para llamar la atención, porque no es cierto!      Hoy voy a hablarles de la palabra  estadio, que al igual que intervalo, se pronuncia de manera incorrecta. Cerraré esta entrega con una som

Lenguaje electoral y el verbo reforestar

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Lenguaje electoral y el verbo reforestar      Con motivo de la celebración del referéndum sobre la reforma del artículo 168 de la Constitución boliviana, que regula el número de mandatos consecutivos que puede permanecer un mismo presidente al frente del Gobierno, celebrado ayer en el país andino, voy a mencionar algunos vocablos que son propios de la jerga electoral y que por lo general son empleados de forma inadecuada. Antes de entrar en materia, debo admitir un gazapo que se coló la semana pasada en esta columna. Me referí a que no acostumbro utilizar palabras cuyo significado desconozco, a que no me gusta hablar de lo que no sé, y que cuando alguien me advierte un error, lo admito y agradezco el gesto de señalármelo. Sin querer, escribí “disque”, en lugar de dizque, y al día siguiente mi amigo el profesor José Vásquez Manzano, muy temprano en la mañana del lunes 15 de los corrientes, me dio un merecido “templón de orejas”, pues no es aceptable que en una columna de este tipo,

Concientizar y concienciar, otra vez

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Concientizar y concienciar, otra vez      Si alguien opina de lo que no sabe, corre el riesgo de quedar mal, pues por lo general la intención es mostrarse como un erudito,  y sus argumentos no resisten el más simple de los análisis. En materia de lenguaje existen los que sin haber leído ni siquiera una página del Drae, ahora llamado DLE, lo recomiendan como si fuesen asiduos lectores. Muchas veces se me ha tildado de sabelotodo; pero en realidad lo que soy es un simple aficionado del buen decir; pero defiendo con vehemencia mi punto de vista. En varias ocasiones he pecado de arrogante y prepotente; pero eso no es una generalidad, dado que los arrogantes y prepotentes no rectifican, no reconocen sus errores, y yo tengo el cuidado de pedir disculpas cuando por cualquier motivo en esta columna aparece algo inadecuado. Tengo la obligación moral de señalar y advertir las impropiedades lingüísticas, estén donde estén y al costo que sea, pues de no hacerlo me convertiría en cómpli