Concientizar y concienciar, otra vez

Concientizar y concienciar, otra vez


     Si alguien opina de lo que no sabe, corre el riesgo de quedar mal, pues por lo general la intención es mostrarse como un erudito,  y sus argumentos no resisten el más simple de los análisis. En materia de lenguaje existen los que sin haber leído ni siquiera una página del Drae, ahora llamado DLE, lo recomiendan como si fuesen asiduos lectores. Muchas veces se me ha tildado de sabelotodo; pero en realidad lo que soy es un simple aficionado del buen decir; pero defiendo con vehemencia mi punto de vista. En varias ocasiones he pecado de arrogante y prepotente; pero eso no es una generalidad, dado que los arrogantes y prepotentes no rectifican, no reconocen sus errores, y yo tengo el cuidado de pedir disculpas cuando por cualquier motivo en esta columna aparece algo inadecuado. Tengo la obligación moral de señalar y advertir las impropiedades lingüísticas, estén donde estén y al costo que sea, pues de no hacerlo me convertiría en cómplice. Muchos son los que se han  enojado porque les he señalado errores. Yo también me equivoco; pero la diferencia está en que no me molesto cuando me corrigen. Cuando nos corrigen, se nos abre otra posibilidad de seguir mejorando.             
     Existen errores por desconocimiento y errores por descuido, aunque ambos son injustificables. Para no incurrir en ellos, no se debe hablar de lo que no se sabe, amén de revisar el material antes de que sea publicado. Varias han sido las observaciones sobre supuestos errores que a lo largo de los más de veinte años de esta columna he recibido, y los que han sido verdaderamente errores, los he admitido sin ningún temor ni complejo; pero he desechado los que simplemente son pretensiones de erudición, encriptadas en un palabrerío empalagoso, sin fundamento y con la intención de dictar cátedra.     
     Esta reflexión la hago en virtud de que desde hace aproximadamente cinco años se ha puesto de moda en algunas instituciones educativas una suerte de veto a la palabra concientizar, dizque porque esta no existe. Profesores y profesoras con maestrías y otros posgrados, se han empeñado en cuestionar el mencionado vocablo; pero si se les llegara a preguntar el porqué de esa prohibición, lo único que saben decir es que concientizar no existe. Aquí es cuando cabe preguntar: ¿No existe, y cómo se hace para escribirla o pronunciarla?
     Las palabras existen porque el pueblo hablante las ha creado por necesidad expresiva, no porque la Real Academia las haya decretado o elaborado. Ni la docta institución ni ninguna de funciones parecidas, tiene la facultad de aceptar o rechazar palabras. El pueblo las crea y la Rae las registra, y eso es otra cosa. El hecho de que una palabra no aparezca en el registro, no es impedimento para usarla. Con relación a concientizar, por supuesto que existe y está registrada, y si leen el DLE, podrán ver que es sinónimo de concienciar.
     Es un verbo transitivo, pronominal y se conjuga en todas las personas gramaticales. Se entiende por concientizar todo aquel acto que signifique hacer que una persona tome conciencia sobre determinadas circunstancias, fenómenos, elementos de su personalidad o actitud, para mejorar su calidad de vida y sus vínculos, no sólo con el resto de los individuos, sino también con todo lo que lo rodea. Por ser sinónimo de concienciar, se puede usar en razón gusto, y no hay motivos para que alguien se atreva a imponer el uso de una en detrimento de la otra. Según los estudiosos de la materia, concientizar y concienciar han coexistido desde hace mucho tiempo; pero el primero es más usado en América; mientras que el segundo es frecuente en España.
     En tal sentido, ni los americanos podemos pedirles a los españoles que concienticen, ni los españoles podrán pedirnos que concienciemos. Por ser vocablos con la misma significación, yo prefiero concientizar, no como forma de controvertir, sino porque es más fácil su pronunciación y porque es el que he usado desde siempre. Nada de malo tiene que un nacido en esta parte del mundo concientice; mientras que un español conciencie. Es solo cuestión de sinónimos.
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