acento, tilde y
terminación (I)
He perdido la cuenta de las veces que
en esta columna he hablado sobre las
palabras por la índole de la entonación; pero sí recuerdo que en todas he hecho
hincapié en que para tener una ortografía medianamente aceptable, es
indispensable saber qué es una palabra
aguda, una palabra grave o una esdrújula. En los días más recientes he tenido
ocasión de leer y releer sobre la acentuación de vocablos, en función de dar
respuesta a varias consultas sobre casos en los
muchos lectores han expuesto su
dificultad para distinguir el acento y saber colocar la tilde. He
añadido ejemplos sencillos para aclarar que el acento, es decir, la mayor
entonación con que se destaca una sílaba, nada tiene que ver con la terminación
de una palabra. He visto escritos en los que se les ha colocado tilde a
palabras que no la deben llevar. He leído “Nelsón”, “recomendarón”,
“estuvierón” y otras palabras a las que no deberá colocárseles el símbolo
gráfico. Con estos errores es fácil colegir que sus autores creen que toda
palabra terminada en la consonante N, deberá llevar tilde, pues confunden
acento con terminación. Es por eso que siempre que me ha tocado hablar del
tema, bien en tertulias, charlas, talleres o en esta columna, me he esmerado
por dejar claro qué es acento, qué es tilde y qué es terminación. Es cierto que
“Nelson”, “recomendaron” y “estuvieron” terminan en N; pero son de entonación grave y no
deberán llevar tilde porque terminan en consonante N, y la regla establece que las
palabras graves deberán llevar el símbolo grafico solo cuando terminen en consonante diferente de
esta y de la S. Sobre este interesante tema
hablaré hoy y dedicaré en lo sucesivo la cantidad de artículos que sean
necesarios para una mejor comprensión. Les informo que ahora esta columna ha
entrado en la era moderna y los interesados pueden seguirla
a través de la cuenta en
Twitter @nuestroidioma65 y
podrán leerla en la página nuestroidioma65.blogspot.com.; amén de
Facebook en donde aparece regularmente desde hace varios años.
Acento (no está demás repetirlo) es
la mayor entonación con que se destaca
una sílaba, y tilde es el símbolo grafico que marca esa entonación; en tanto que las palabras agudas son aquellas que llevan
la mayor fuerza de voz en la última
sílaba. Se les coloca la tilde cuando termina en vocal o en consonante N o S: rodó, halló,
bailó, cañón, balcón, sección, anís,
cortés, vienés (de Viena), francés, escocés, etc. De la misma naturaleza
también son: cambur, tractor, hablador,
escritor, profesor, director, coordinador; pero no llevan tilde porque no
terminan en vocal o en consonante N o S. Ese detalle quizás sea el factor para
que muchos redactores y redactoras se confundan. Generalmente lo errores
relacionados con la tilde, consisten en no colocarla, y en muy pocos casos en colocarla cuando no corresponde, como en “Nelsón”, “recomendarón” y “estuvierón”.
Alguien pudiera pensar que los ejemplos son arbitrarios; pero de NELSON, lo vi
en la carátula de un disco del fallecido cantante guanariteño Nelson Parra, a
quien en su oportunidad le hice la observación y ambos coincidimos en que fue
un grave error del que diseñó la presentación del material. Las otras dos son
frecuentes en comunicaciones oficiales.
Las palabras graves son aquellas en
que la sílaba tónica o la fuerza en la pronunciación se encuentra en la penúltima sílaba. Llevan tilde cuando terminan en cualquier letra
consonante, con la salvedad de la N y la S: Lápiz, fácil, árbol, azúcar, mármol, etc.
Cuando terminan en vocal, no llevan tilde: dame, quiero, cama espejo, baño.
Las palabras esdrújulas son las que
menos dificultad ofrecen. Llevan la tilde en la antepenúltima sílaba, y al contrario de lo que ocurre con las agudas y las llanas, las cuales pueden o no
llevar tilde, siempre deben estar
tildadas: carátula, cántaro, víbora,
patético, acérrimo, etc. Es necesario advertir que las sílabas se cuentan
de derecha a izquierda, en el orden de
última, penúltima y antepenúltima.
Para finalizar debo
responder una inquietud de la periodista Mayami Alvarado, respecto de
los verbos donar y dotar, pues según ella, en ocasiones ha escrito donar y ha
llegado un “sabio” y se la ha cambiado
por dotar. Donar y dotar no son sinónimos, y la o las personas que
tengan dudas al respecto, pueden consultar el Drae y podrán darse cuenta de que
donar es ceder algo voluntariamente, especialmente sangre u órganos o traspasar
el derecho de algo a otra persona; en tanto que dotar es “equipar, proveer a una cosa de algo que
puede mejorarla”. No hay pues, razones para que cuando la amiga Mayami escriba
la palabra adecuada, llegue un sabelotodo y se la cambie.
dfigueroa64@gmail.com
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