acento, tilde y terminación (y V)


         Concluye esta serie de cinco artículos dedicados al conocimiento de las palabras por la índole de la entonación, y para tal efecto se han mostrado ejemplos sencillos y se ha hecho hincapié en definir lo que es acento, tilde y terminación, en virtud de que muchas personas, incluidas algunas que emplean el lenguaje como herramienta básica, no lo tienen muy claro. Ello se evidencia en el hecho de que casi todas  las impropiedades en la redacción de textos, están relacionadas con la colocación y la no colocación del símbolo gráfico que destaca la mayor entonación  en cada vocablo. Se habló de palabras agudas, graves, esdrújulas, y se insistió en advertir que la terminación de una palabra, nada tiene que ver con la entonación, como erróneamente creen algunos, que escriben NELSÓN, RECOMENDARÓN  y ESTUVIERÓN, por ejemplo. Es un error favorecido por  el enunciado de la regla para la colocación de la tilde a las palabras agudas, que dice que  deben llevarla cuando terminen en “n” o “s”. En efecto, las tres  terminan  en consonante “n”; pero su mayor entonación de voz, es decir el acento, está en la penúltima sílaba, por lo que son palabras graves.
         El artículo anterior giró en torno de acentuaciones especiales, como el caso de la palabra “aun”, de los relativos “que”, “cual”, “quién”, “cuyo”  y  de los adverbios “cuando”, “cuan”, “cuanto”, “como”  y “donde”. Se cierra el tema con otros casos de actuaciones especiales, como las formas “este”, “ese”, “aquel”, “esta”, “esa”, “aquella”, “estos”, “esos”, “aquellos”, “estas”, “esas”  y “aquellas”; de la colocación de la tilde en casos de tiempos verbales, en vocablos extranjeros y en palabras en las que encuentran dos o más vocales, sea que formen diptongo, triptongo, o no. Antes debo referirme a la generosidad y don de gente del profesor Pablo Pacheco Montoya, de la que ya tenía referencias y que se puso de manifiesto hace pocos días mediante un obsequio consistente en  material bibliográfico de lenguaje y comunicación, el cual no será para adornar mi biblioteca. ¡Gracias, profesor!
         El caso de los relativos “este”, “ese”, “aquel”, “esta”, “esa”, “aquella”, “estos”, “esos”, “aquellos”, “estas”, “esas” y “aquellas”, llevaban  tilde cuando oficiaban de pronombre, y no   cuando eran adjetivos. Antes se escribía: “El periódico no circulará mañana; pero éste reaparecerá el miércoles”; “Tengo siete nietos, de tres hijos; estos dos son hijos de ése que viene ahí; aquellos otros, de aquél que  está sentado allá”. H         oy día, de acuerdo con las nuevas normas de la Gramática, puede y debe escribirse: “El periódico no circulará mañana; pero este reaparecerá el miércoles” y “Tengo siete  nietos, de tres hijos, estos dos son de ese que viene ahí; aquellos otros, de aquel que está sentado allá”.
         En cumplimiento de las normas, los tiempos verbales conservan la tilde cuando aumentan sus sílabas al agregarles un pronombre enclítico: “pidióme”, “extrañóle”, “sintióse”. Noten que  “pidió”, “extrañó” y “sintió” son palabras agudas terminadas en vocal y por tanto llevan tilde; pero al agregarles los enclíticos -me, -le, -se, se convierten en graves o llanas terminadas en vocal, por lo que no deberían llevar llevarla; pero por excepción sí la llevan.
          La regla general de acentuación establece que los vocablos que hayan sido castellanizados deberán llevar tilde, como; fútbol y  béisbol, aunque a esta última algunos gramáticos le atribuyen doble ortografía. El mismo criterio es aplicable a  las palabras latinas ítem, accésit, memorándum, exequátur. En cuanto a los nombres propios extranjeros, la tendencia es a no colocarles ningún acento distinto de los que les corresponden en su idioma; pero el profesor Alexis Márquez Rodríguez recomienda tildar a la española aquellos que morfológicamente se ajusten  mejor al Castellano: “Wáshington”, “Wágner”, “Wéllington”. Deberán acentuarse  los nombres geográficos extranjeros castellanizados: “París”, “Moscú”, “Berlín”, “Róterdam, “Nápoles”, “Támesis”, “Saigón”, “Seúl”, etc.
          Las palabras en que se encuentran dos o más vocales que formen diptongo, triptongo, o no, deberán llevar tilde, como: porfía, María, celosía, cacatúa, maíz, raíz, baúl, Saúl. No deberían  llevar tilde por ser graves terminadas en vocal (las primeras) y  agudas las segundas, terminadas  en consonante  que no es ni “n” ni “s”; pero se les coloca para evitar la formación de  diptongo, y que si  las escriben sin la tilde,  algún lector descuidado las pronuncie de forma equivocada.


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