acento, tilde y terminación ( IV)

 En la primera entrega de esta serie   se hizo énfasis en la identificación de las palabras de acuerdo con su entonación, dado que aun cuando es un asunto fácil, muchos son los que lo desconocen.    Si algún redactor está en capacidad de saber qué es una palabra aguda, grave o esdrújula, tendrá suficientes herramientas para mostrar una escritura medianamente aceptable, pues solo lograría una redacción excelente cuando sepa usar los signos de puntuación y pueda distinguir la función  que cada palabra cumple dentro de la oración. Sin esos elementos es difícil que  pueda  exhibir una escritura clara y amena.  La segunda  estuvo dedicada a la colocación de la tilde en los adverbios terminados en “mente” y en las palabras compuestas, al tiempo que  fue menester insistir en definir lo que es tilde, acento y terminación. En la tercera  se abordó el tema de las acentuaciones especiales, entre las que están los monosílabos y otras palabras, como “mas” y “solo”.  
        Corresponde hablar de la palabra “aun”,  de los relativos  “que”, “cual”, “quien”, “cuyo”, y  de los adverbios “cuando”, “cuan”, “cuanto”, “como ”  y “donde ”; pero antes debo darle cabida a una inquietud de José Martín Mora, amigo, compadre y colega,  a quien le preocupa que algunos periodistas, sin reparar en la impropiedad en que caen,   llaman discapacitadas a aquellas personas que tienen alguna necesidad especial. De acuerdo con el artículo 81 de nuestra Carta Magna, son personas con discapacidad y no discapacitadas, pues  esta última forma implicaría   la inutilidad del individuo y conllevaría  un trato irrespetuoso. Otra preocupación de mi compadre Mora es la palabra sordomudo, que a su juicio ha sido mal utilizada por este diario, a propósito de un hecho en el que un ciudadano fue herido con arma de fuego, y tras una agonía de 21 días, falleció. Esgrime unos argumentos válidos desde todo punto de vista; pero no  los he digerido como para dar mi opinión. Ahora, sordo es “alguien que no oye, o no oye bien”; y mudo el “que está privado de la facultad de hablar”.  En cuanto a sordomudo, el Drae lo define como  “alguien privado por sordera nativa de la  facultad de hablar”; pero como es un asunto   en el que se deben analizar aspectos científicos y lingüísticos en profundidad, en otra oportunidad  lo tocaré ampliamente, con base en un valioso material que me facilitó mi primo hermano Giovanni Jiménez Aguilar.
         La palabra “aun” lleva tilde cuando equivale a todavía:  “Aún está enfermo”; “La función aún no ha comenzado”; “Lo siento; pero el doctor aún no ha llegado”. No lleva tilde cuando tiene valor de hasta, también, incluso (o siquiera, con la negación ni): ''Aprobaron todos, aun (incluso) los que no estudian nunca''; ''Puedes quejarte y aun (e incluso/hasta) negarte a venir; pero al final iremos''; ''Ni hizo nada por él, ni aun (siquiera) lo intentó''. Un error muy común consiste en poner tilde a “aun” en las expresiones “aun así” y “ni aun”. La forma “aun así” tiene valor de incluso,  y “ni aun” equivale a  “ni siquiera”. Una expresión especial es “aun cuando”, que equivale a aunque. Tampoco en este caso tampoco deberá llevar tilde: “Tendremos que tomar la decisión, aun cuando haya personas  que se opongan”.
          Los relativos “que”, “cual”; “quien”, “cuyo” y los adverbios “cuando”, “cuan”, “cuanto”, “como” y “donde” llevan tilde cuando se los usa como interrogativos, y aun cuando sean preguntas indirectas: “¿Qué quieres?”; “Cuál es la clave?”; “¿Quién quiere ser millonario?” Lo mismo ocurre con los adverbios: “¡Cuánto cuesta el pasaje?”; “¿Cuán profundo es el pozo?” “¿Cuándo vendrá el doctor?”; “¿Dónde están los reales?”; “¿Cómo es su nombre?”. En interrogaciones  indirectas:  “Pregúntale cuánto cuesta lo que trajo”;  “Es necesario saber cuán comprometido está”; “Quiero saber cómo ocurrió el hecho”; “Si supiera qué pasó estaría más tranquilo”;  “Averigua quién trajo esta carta”;  “Me gustaría saber cuándo vendrá”; “Necesitamos saber dónde se esconde”; “Vamos a preguntarle a ese señor cómo se sale de aquí”.
          La palabra “por qué” lleva tilde cuando es interrogativa, y “porque”, conjunción causal, palabra grave terminad en vocal, no la lleva: “¿Por qué llegó tarde? Porque se le accidentó el vehículo”. El vocablo “cuyo” tiene valor de pronombre relativo y posesivo, y en ese caso no lleva tilde.  Como interrogativo, ha quedado en desuso y  solo se ha empleado en el lenguaje poético del pasado.                    
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