Diecinueve años



diecinueve años

          Una vez más siento la satisfacción de poder celebrar un nuevo aniversario de este trabajo de divulgación que comenzó el 12 noviembre de  1994, con la intención de contribuir con el mejoramiento del lenguaje que emplean los medios de comunicación social, y que por el inmenso poder inductivo que estos ejercen, se arraiga en el vocabulario del común del hablante. Hacer un balance sobre los temas abordados durante este largo camino sería intrascendente; pero lo que sí es destacable es que la misión se ha cumplido, y eso, aparte de enorgullecerme, me compromete a continuar mostrando las situaciones viciadas  y sus soluciones, siempre bajo la óptica de un aficionado del buen decir que ha entendido la importancia de ser parte del noble oficio de opinar e informar,  en función de que los comunicadores sociales asuman el rol que les corresponde desempeñar. Si alguien me preguntara qué siento en estos  diecinueve años de Nuestro Idioma, sin dudas que la respuesta sería: la misma satisfacción del primer día. Quienes amamos lo que hacemos, nunca dejamos de estar satisfechos, y cuando nuestro nombre aparece en algo cuyo provecho es colectivo, la satisfacción se transforma en compromiso.
         Nuestro Idioma nació como un ensayo sobre impropiedades lingüísticas arraigadas en los medios de comunicación social, y al cabo de poco tiempo fue convirtiéndose en una aliada de las personas cuya herramienta básica de trabajo es el lenguaje, y la han asumido como una guía para aclarar sus dudas. Hoy día me complace destacar que en muchas instituciones educativas de Educación Básica y Superior de Portuguesa recomiendan su lectura, así como en cursos y talleres sobre locución y oratoria, lo cual confirma que el esfuerzo no ha sido en vano. 
         Sin dudas que la tecnología de hoy día, impensable hace diecinueve años, ha sido una gran aliada, dado que de los  antiguos Word Star  y Lotus, llegamos a Windows; y del fax y del correo ordinario,  hemos pasado al correo electrónico y a las redes sociales. Eso ha permitido que más   doscientas personas puedan recibirla en su buzón de correo electrónico, amén de que también pueden  leerla por las redes sociales.  Es placentero saber que existen lectores que la coleccionan y la usan como manual de consulta. A ese respecto es oportuno informarles que desde marzo del presente año, Nuestro Idioma tiene una cuenta en twitter y blogspot,  lo cual les facilitará archivarla de manera virtual. No puedo dejar de mencionar que semana a semana aumenta la frecuencia de consultas sobre temas de vital importancia en la comunicación oral y escrita, así como solicitudes para formar parte del grupo de lectores.   
          También es menester comunicar que no todo lo que se ha analizado en esta columna ha sido aceptado como algo inobjetable, pues ha habido personas que han se han mostrado contrarias al planteamiento original, y para tal efecto han esgrimido un argumento contentivo de grandes conocimientos, sindéresis y sobre todo mucho respeto,  a las cuales no se les puede considerar  equivocadas, sino que han enfocado el tema desde otro punto de vista,  admirable y merecedor de los grandes  elogios. Ha habido casos de  personas que sin la mínima idea de lo que es la ortografía elemental, se han atrevido a opinar de lo que no saben, y son lo que no aciertan en la escritura y en la pronunciación de palabras comunes en el vocabulario de una persona de mediana instrucción. He recibido consultas sobre importantes temas,  para lo que ha sido necesario investigar en virtud de dar la respuesta solicitada. Asimismo,  casos que muy bien pudieron haberse resuelto los consultantes,  con la utilización de un buen diccionario. A todas las consultas se les ha dado respuestas, por muy  sencillas que hayan sido. Me han tildado de arrogante y de prepotente, sin reparar en que los arrogantes y prepotentes no admiten sus errores. Eso no es imputable a mí, toda vez que muchas veces he admitido las equivocaciones. Una cosa es aceptar un error y otra es no avalar situaciones viciadas,  con ciertos aires de sabiduría que disimulan la petición de la razón.      
         Siempre he tenido la intención  de convertir Nuestro Idioma en un libro que recoja los artículos en los que se hayan analizado las impropiedades más comunes en los medios de comunicación social y en el habla cotidiana, y en  esta ocasión les informo que he  retomado la idea. Para tal efecto, he comenzado con la selección, y Dios mediante, antes de que termine el segundo  trimestre de 2014, ese viejo sueño se hará realidad. Por lo pronto, y con la satisfacción del deber cumplido, expreso mi agradecimiento al licenciado Néstor Ramírez, director de Última Hora, y a su equipo de trabajo, el gesto de permitir que lunes a lunes esta columna contribuya con el fortalecimiento del lenguaje oral y escrito, extensivo a los que la han adoptado como una guía del buen decir. ¡Griacias!


@nuestroidioma65
nuestroidioma@blogspot.com       
                     

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