Otras ultracorreciones

otras ultracorrecciones

         La semana pasada les prometí que les mostraría más casos de ultracorrección, que como se sabe, consiste en incurrir en error por tratar de evitarlos. También les dije que le daría cabida a dos  inquietudes de José Nicolás Marín, respecto del prefijo ex y  de  una expresión utilizada por la actriz venezolana Elba Escobar, en un comunicado con  el que pretendía aclarar asuntos sobre unos señalamientos en su contra. En cuanto al primer planteamiento de Marín, es incorrecto hablar de “el expresidente Chávez”, por la sencilla razón de que él murió en el ejercicio del poder. En todo caso, las formas correctas serán: presidente fallecido, extinto mandatario o cualquier otra análoga, a gusto del redactor. A propósito de  Chávez, sus partidarios han acuñado el nombre Comandante Eterno, como homenaje perenne.   Con relación al segundo planteamiento,  -según Marín-,  Elba Escobar escribió “Yo soy de las que piensa”. Es un elemental error de concordancia que se ha hecho común en el vocabulario de muchas personas, incluidos periodistas y escritores de reconocida trayectoria. El  verbo de la oración de relativo deberá ir, preferentemente, en tercera persona del plural, en concordancia estricta con su sujeto gramatical, que es el relativo plural los/las que. La destacada actriz debió escribir: “Soy de las que piensan”. De nuevo, gracias a las personas que regularmente plantean interesantes temas de lenguaje y se autocalifican como asiduos lectores de Nuestro Idioma.                 
         Ultracorrecciones morfológicas consisten en un cambio en la forma de las palabras por una creencia errónea sobre su origen o funcionamiento. La palabra analfabeto es un adjetivo/sustantivo normal, proveniente del griego, y se declina como cualquier otro adjetivo o sustantivo: un analfabeto, una mujer analfabeta. La mayoría de las palabras de origen extranjero tienen un plural español regular. Seguir las formas extranjeras de plural es incorrecto: yogur y yogurs (con un plural inglés) en vez del correcto yogures. Aparte de incorrección, es una imitación servil del inglés, sin que,  por supuesto, se le tenga a ese idioma como algo pernicioso.   
         Ultracorrecciones ortográficas consisten en el uso de grafías supuestamente legítimas pero alejadas del uso correcto: thé en vez de té o bisteck en vez de bistec por influencia de las grafías extranjeras th y ck (en francés es thé y en inglés beefsteak). Entre estas destacan las sustituciones de c por cc o sc, como por ejemplo: edicción, inflacción, deflacción o descidir en lugar de las correctas edición, inflación, deflación y decidir. Las ultracorrecciones semánticas se producen al utilizar una palabra supuestamente más culta (pero incorrecta) en lugar de la más común y correcta. Por ejemplo: no te escucho nada en vez de no te oigo.  Se  utiliza el verbo escuchar sin respetar su significado de oír voluntariamente. Otro ejemplo muy difundido en español de España es el uso de género por sexo, como en la expresión  "violencia de género". El género se refiere a un concepto gramatical o una clase abstracta de elementos, no a las diferencias de sexo en los seres humanos. Lo que determina si alguien es varón o es  hembra, es el sexo y no el género.
         Un fenómeno similar es el uso de ultracorrecciones léxicas consistentes en el uso de una palabra de significado similar pero forma diferente. En esto es común usar palabras más largas: influenciar por influir (presumiblemente influenciar tiene el matiz de influir deliberadamente); ejercitar por ejercer: ejercitar el derecho al voto en lugar de ejercer el derecho al voto. En este aspecto existe otra ultracorrección que consiste en escribir o   “decir sufragar el voto”, sin percatarse de que sufragar y votar son sinónimos. Las ultracorrecciones semánticas son de hecho una forma importante de cambio lingüístico en ese ámbito.
         Ultracorrecciones fonéticas son aquellas pronunciaciones supuestamente más sofisticadas o correctas que son en verdad falsas. Por ejemplo, comida, soldado, cansado, conviven con vulgarismos en los que se pierde la d: comía, soldao, cansao. Esto influye para que se dijera Bilbado,  bacalado, carrado, en lugar de las correctas Bilbao,  bacalao y carrao. La ultracorrección fonética más común del español actual es quizás la pronunciación afectada de la letra v. Pero eso quedó resulto con una disposición de la Ortografía de 2010, que estableció  el nombre de “uve”, y “be”, para la que comúnmente se le conoce como b grande o labial.
@nuestroidioma65






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