Simplicación ortográfica



simplificación ortográfica


         Como era de esperarse, el artículo de la  semana produjo diferentes reacciones, pues hubo quienes se mostraron partidarios del comentario y aportaron otros  ejemplos sobre los “horrores” que a diario  aparecen en los medios de comunicación, especialmente en la radio, lo cual daría ocasión  para escribir otros artículos sobre el tema y mostrar que el caso es una verdadera calamidad, pues  a la par de los que dicen haiga en vez de haya, atarrizaje en lugar de aterrizaje e inauración por inauguración, están los que utilizan de manera incorrecta las flexiones  de primera persona del plural  en pretérito imperfecto (copretérito), de  modo indicativo, o sea, aquellos que dicen estábanos por estábamos, decíanos en lugar de decíamos, estudiábanos en vez de estudiábamos. Lo duro  del comentario irritó a algunos que se hacen llamar locutores y han expresado su inconformidad a través de las redes sociales, solo que de una manera soez, vulgar, ruin, miserable,  que los ha convertido en los hazmerreír  de facebook y los confirma aun más como personas que nunca debieron estar en un medio tan importante como la radio.  Lo dije y lo ratificó: muchos medios de comunicación están en manos de ignorantes  que no tienen la menor idea de lo que es y debe ser la función de estos; pero paralelo a esa plaga que carcome al  idioma de Andrés Bello, existe un grupo selecto de personas que se destacan por su talento y creatividad. Cada quien es libre de colocarse en el lugar que estime conveniente. Si están ofendidos y tienen los argumentos para contrarrestar mi apreciación, bienvenido el debate, bienvenida la discusión. Las ideas se combaten con ideas, no con intrigas ni maldad.
                  Antes de entrar  en materia  y como una manera de mostrar que sí admito mis errores, por lapsus calami,  la semana pasada escribí sine cua nom, y la forma correcta es sine qua no y significa sin la cual no. Agradezco la observación del abogado Miguel Alvarado Piña, estudioso del derecho y  del idioma español, quien fue    mi  compañero del bachillerato, allá por años ochenta en la siempre recordada Escuela Técnica Industrial de Acarigua. Aprovecho también para acusar recibo de un “templón  de orejas” por parte de mi hermano Luis Colina,  a propósito de lo que escribí sobre la sangría. No recuerdo haber dicho que hay error al usarla o no; pero  sí estoy claro en que afirmé que  el uso es una costumbre española, y el  no uso, una forma inglesa, y que yo prefería la primera. Que en trabajos especiales de grado   y otros tipos de escritos sea obligatoria, eso  lo ignoraba hasta el momento en que  Luis,  gran estudioso del asunto, me dio una cátedra.   
         Hace algunos días unos  compañeros de trabajo en el Gobierno de Portuguesa y que conducen un programa de índole  comunal en la emisora Patria 93, 6 FM, consultaron mi opinión  acerca del  antetítulo y título de una nota informativa publicada  en este diario la semana pasada, en la que  en apariencia había un uso irregular del verbo abrir y de la   palabra  transportista (apareció sin la “n”).  Rápidamente, aclaré el asunto; pero hoy haré un comentario más amplio, en aras de despejar las dudas. Sobre el verbo abrir he escrito muchas veces y he advertido que se ha impuesto la mala costumbre de reemplazarlo por aperturar, como si se tratase de una innovación lingüística. El personal de las entidades bancarias pareciera estar entrenado para “corregir” a los que de manera propia indican que van  a abrir una cuenta bancaria, pues con  ciertos aires de suficiencia, esos   advierten: “¡será a aperturar una cuenta!”.  Sobre este asunto he escrito infinidades de veces; pero no está demás insistir en que  no existe el verbo aperturar. Existe el verbo abrir, del que deriva el sustantivo apertura. De hecho, esa palabreja  ha sido erradicada del vocabulario del equipo de prensa del Gobierno de Portuguesa, del que tengo el honor de ser el Coordinador de Medios, y así ha quedado plasmado en el Manual de Estilo.
         Por simplificación ortográfica, existe una inmensa lista de palabras que pueden escribirse de dos maneras. Son aquellas   a las que los gramáticos y la Real Academia Española les atribuyen doble ortografía. A comienzos de la década de los noventa, entró en vigencia la disposición mediante la cual el prefijo trans se podía modificar por tras. De allí que transbordo, transcurso,    transponer, translúcido, translación y transporte, se  convirtieron  en trasbordo, trascurso, traslúcido y trasporte. Igual criterio se ha aplicado a otros grupos fónicos, como “const” y “ree”. Por la misma licencia por la que se dice trasporte (sin la “n”), se puede escribir y decir costruir, remplazar, reditar, restablecer. Lo que se ha buscado con eso es facilitar la pronunciación, por lo que la docta institución prefiere que  se escriba como se pronuncia. Pese  a que  esas simplificaciones están vigentes desde hace muchos años, todavía persisten las dudas. Necesario es aclarar que no hay  incorrección en uno  u otro uso, pues  las dos las dos formas podrán usarse.


@nuestroidioma65
nuestroidioma65@blogspot.com
                                                           
                                  

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿La médico o la médica?

Etcétera y entre otros

¡Otra vez estadal y estatal!