Ultracorrección

ultracorrección

        Hoy voy a hablarles de un tema del que en esta columna solo me he referido de manera somera, y que  es otro de los vicios que se han arraigado en los medios de comunicación y que por supuesto ha llegado al habla cotidiana y a la escritura habitual  mediante el inmenso poder inductivo que estos ejercen. Muchas personas, que han entendido la importancia de escribir y hablar con propiedad, han enfrentado situaciones en las que comenten errores por tratar de evitarlos. De eso les hablaré un poco; pero antes debo agradecer las manifestaciones de afecto y solidaridad con motivo del décimo noveno aniversario de esta columna, lo cual me compromete aun más a seguir indagando sobre el apasionante mundo del lenguaje oral y escrito. Acuso recibo de una  interesante misiva de José Wilfredo Sojo en la que narra una graciosa anécdota según la cual,  la facilitadora de un taller de locución  en Santa Rosalía se molestó porque él le dijo que no se dice haiga, sino haya. La observación también causó molestia   a un concejal de apellido Rumbos, quien con aires de suficiencia y arrogancia  reprendió a Sojo y le dijo que “en esas emisoras se habla como habla el pueblo”. ¡Ustedes se imaginan la calidad del aludido curso! Bueno, pero ese no es el tema de hoy. Queda abierta la posibilidad para debatir sobre la degradación de la calidad de la radio de hoy día, en función de una polémica sana que sea provechosa para todos. Las personas que tienen defectos de dicción y de escritura, en lugar de molestarse porque alguien las corrija, deberían ocuparse de superarlos, más si les gusta la Comunicación Social, toda vez que la herramienta básica de un comunicador es el lenguaje.   
          El asunto de hoy tiene que ver con lo que los gramáticos llaman ultracorrección, que es el fenómeno lingüístico que ocurre cuando, por deseo de adoptar un estilo culto o prestigioso, se deforma una palabra o construcción estándar por creer equivocadamente que está considerada como incorrecta.  La ultracorrección  puede ser  de pronunciación u ortográfica, como gramaticales o semánticas. El caso más frecuente  es el uso del pronombre relativo “que”, lo cual da pie  para  añadir la preposición "de" en expresiones donde es absolutamente innecesaria, como por ejemplo: "Creo de que vino",  por "Creo que vino". Es asimismo incorrecta la ultracorrección conocida como queísmo, que se produce al intentar evitar el dequeísmo. Consiste en eliminar la preposición "de" en expresiones donde la mayoría de los hablantes la considera obligatoria: "Estoy seguro que vino", en vez de "Estoy seguro de que vino", donde se omite la preposición necesaria en la expresión estar seguro de. Quizás  la más común de las ultracorrecciones es la supresión del relativo “que” en expresiones en donde el sentido lógico y el buen gusto sugieren que debe ir. Son frecuentes como: “Espero vengas pronto”, “Espero te encuentres bien”; “Espero nos ayudes con los trabajos”. En los tres ejemplos es necesario el uso del citado relativo, toda vez que al formular la pregunta sobre qué esperas, la respuesta automática es “que vengas pronto”, “que te encuentres bien”, “que nos ayudes con los trabajos”. Esta anomalía también  ha surgido por el deseo de algunas personas, de evitar el dequeísmo, que como se sabe, es un vicio que consiste en usar el “que” donde no debe ir. Se incurre en   ultracorrección cuando  se eliminan  los artículos contractos “al” y “del” y sustituirlos por a el o de el, así como la expresión “a la alza” (copiada de "a la baja", sin tener en cuenta que, aunque femenina, la palabra alza comienza con “a” tónica, como agua o arma). En este acaso es necesario advertir que se escribe  el agua, un arma, un área, un águila, para evitar la cacofonía que produce el choque de las dos aes.
     
    En la próxima entrega de esta columna les hablaré de otras ultracorrecciones morfológicas, ortográficas, semánticas y fonéticas, con la intención de contribuir a erradicar las dudas, tal como ha sido la intención de esta columna desde su inicio en 1994.  También le daré  cabida a una interesante inquietud de José Nicolás Marín, a quien le agradezco su autocalificación de asiduo lector de Nuestro Idioma, sobre el uso del prefijo ex, cuando alguien muere en el ejercicio de sus funciones, además de una expresión utilizada por la actriz Elba Escobar en un comunicado en el que pretendía aclarar asuntos sobre unos señalamientos en su contra. No lo leí, y su contenido para mi pudiera ser intrascendente; pero José Nicolás se percató de algo impropio desde el punto de vista lingüístico y es a eso a lo que me voy  a referir el venidero lunes.

@nuestroidioma65


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