Casos puntuales (y II )

casos puntuales (y II)


        Hoy concluye esta serie de dos artículos, dedicada al análisis de casos en los que más se incurre en impropiedad. La semana pasada presenté el uso de las comillas, en virtud del mal uso que de este signo se hace a diario, sobre todo en la redacción periodística. Muchos diaristas, por desconocimiento, quizás, incurren en el uso excesivo de las comillas, aun cuando estas tienen dos usos fundamentales, con los que no debe haber ningún problema a la hora de elaborar cualquier material escrito. No está demás repetir que las citas textuales deben ir entre comillas, y si por alguna circunstancia alguien desea ironizar una palabra o frase, debe encerrarla en comillas; pero hay un caso particular de uso en el que es necesario insistir para evitar el empleo excesivo, que como lo he dicho en varias ocasiones, vuelve pesada la lectura. Los nombres de instituciones y actividades que llevan denominación de personas, no se enmarcan en comillas, en tanto que cuando esas denominaciones son una expresión que no contiene nombres,  debe llevar comillas para evitarle confusiones al lector: La Autopista José Antonio Páez comunica a Barinas y Portuguesa con el centro de Venezuela y Escuela Básica “Virtud y Honor”.             
       En esta segunda entrega hablaré de las disculpas y de la palabra maestrante,  con la finalidad de satisfacer una consulta que el año pasado me hicieran Pablo Rangel y Alí Acosta, ambos educadores y preocupados por el buen decir. Antes de entrar en materia, respondo una consulta de José Duque, respecto de la palabra urea, al tiempo que le agradezco las misivas que me ha enviado, contentivas de interesantes comentarios sobre casos de impropiedades lingüísticas, muchos de los cuales ya han sido tratados  en esta columna. Quizás por analogía con otros vocablos,  le damos una entonación esdrújula a la palabra urea, y decimos úrea, lo cual es inapropiado, dado que esta es grave (o llana). Es mismo caso del zancudo cuya hembra es el vector del paludismo. Muchos hablan de anófeles (esdrújula), cuando la forma correcta es anofeles.
        Desde tiempos inmemoriales ha existido la polémica en cuanto a si las disculpas se piden o se dan. Hay quienes sostienen que las disculpas se dan, existen los que aseguran que estas se piden, y estamos  los que argumentamos que las disculpas se piden y se dan.  
       Debemos tener presente que las disculpas son un camino de doble circulación, en el que hay alguien que pide las y otro que las da. Si yo ofendo a alguien, lo lógico es que le  pida disculpas. Quien me las daría es la persona a la que he ofendido. En todo caso, yo daría las razones para que me exonere, me libre o me excluya de la culpa. Si digo discúlpame, indudablemente  estoy pidiendo, no dando disculpas, pues en  esa expresión está el prefijo de negación  “dis”, que alude la intención de quitar. Entonces, no se necesita ser  miembro de la Real Academia Española para saber que discúlpame equivale a “quítame la culpa”. En resumen, las disculpas se piden y se dan; pero hay que tener siempre presente para que  se den, alguien tiene que pedirlas.
         Respecto de la palabra maestrante, puesta en boga en el ámbito académico a raíz de la proliferación de maestrías, muchas personas, entre ellas mis amigos      Pablo Rangel y Alí Acosta, docentes y dirigente gremiales, tienen la duda sobre cómo llamar a las personas que están cursando una maestría. Inicialmente, muchos quisieron adoptar el término “maestrante”; pero ocurre que maestrante se les llama a las personas que componen una maestranza,  término que en Venezuela está relacionado con la tauromaquia, como la Maestranza César Girón, del sector Calicanto de Maracay. Entonces, ¿cuál pudiera ser el término apropiado. El Drae no registra ninguno; pero no sería censurable la palabra maestrando, por analogía con otros vocablos, como educando, diplomando, doctorando, tesinando y otros relacionados con  los estudios, generalmente de posgrado, contentivos del sufijo ando.
        De modo pues que, si a alguien no le parece ajustado el uso de maestrando para los que cursan una maestría, deberá tomar en cuenta que maestrante tampoco lo es. El argumento de  que no  está registrado en el Drae, no es válido  para cuestionar su uso, toda vez que no tiene autoridad para rechazar o aceptar palabras. Su función es meramente de registro. Se trata de una necesidad expresiva, y me parece que maestrando es el término apropiado para suplirla. ¿Usted qué opina? 


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