Lenguaje policial
lenguaje
policial
En cada oficio y ocupación existen palabras y expresiones que
permiten nombrar elementos que a veces no
tienen traducción literal, y que a la postre terminan por convertirse en parte
de un lenguaje del grupo social en el que las utilizan. De allí que los
médicos, los abogados, los ingenieros, los periodistas y otros profesionales,
tienen su propia forma de comunicarse, sin que eso afecte la unidad lingüística
del idioma. Hoy les hablaré de algunas palabras y expresiones utilizadas en el
área policial, y para tal efecto tomé como referencia el libro Al Filo del
Delito, escrito por el periodista y abogado Santiago Gutiérrez, en el que hace una magistral descripción de algunos hechos
que conmovieron a la opinión pública nacional e internacional, como el del Inca
Valero, el Monstruo de Mamera, la modelo ultrajada, la tragedia del Urológico
de San Román, Terrazas del Ávila, Yanis Chimaras, Gustavo Polidor, Cibel Naime,
el doble asesinato del Parque Caiza y la muerte del periodista Javier García.
El texto contiene además una guía con
palabras que son comúnmente usadas en el
argot policial y constituyen un
excelente material de apoyo, y es a lo que voy a referirme, en virtud de
exponer mi punto de vista respecto de algo que no comparto, sin que eso
signifique que Gutiérrez se haya equivocado. Pospondré una vez más mi opinión respecto del trato despectivo e
insolente que algunos redactores de sucesos les dan a los ciudadanos cuando
estos comenten delitos, pues merece un comentario aparte.
Antes de entrar en materia, debo responder una consulta de Edgar Noguera,
en relación con los verbos adiestrar y
entrenar, pues en el tiempo en que estuvo prestando el servicio militar en el
Centro de Adiestramiento Naval de Catia
La Mar, -según él, le enseñaron que solo se adiestran a las personas; mientras
que a los animales se les entrena. Quien le indicó eso, ignora o ignoraba que
adiestrar y entrenar son sinónimos.
Santiago Gutiérrez cuestiona el uso
inadecuado de balacera e impacto de bala,
propias del vocabulario de los
redactores de sucesos, cuando describen acciones en las que hay o ha
habido disparos entre policías y antisociales. Sugiere que se emplee
intercambio de proyectiles e impacto de proyectil, pues una bala está compuesta
por varios elementos, entre los que están la vaina, la cápsula detonante, la
carga fulminante, la carga impulsora y el proyectil. Dicho de otro modo, lo que
sale y lo que impacta no es la bala, sino el proyectil. Ahora, balacera e
impacto de bala son términos que la gente entiende fácilmente y permiten la
comunicación, que es la razón de existir
de un argot. Además, en el uso de bala por proyectil existe una figura retórica
llamada metonimia, que permite darle a la bala el nombre de proyectil y
viceversa, y fue lo que Gutiérrez no tomó en cuenta para la explicación que da
en su libro. Pese a la detallada exposición, hay otra cosa que no debo dejar
pasar inadvertida, pues cuando narra los pormenores del hecho en que Cibel
Naime comete el doble asesinato, escribe: “Allí, no solo ubicaron salpicaduras
de sangre, esparcidas, sino también, una bala calibre 7.65 sin percutir…” Sin tomar en cuenta la
mala ubicación de algunas comas, hay una contradicción, puesto que al decir
bala, se sobrentiende que esta ha de estar sin percutir. Sobre esto consulté la
opinión de Miguel Alvarado Piña, mi antiguo compañero del bachillerato y jurista
de gran trayectoria y prestigio en área penal, quien confirmó el despropósito
de Santiago Gutiérrez.
Diferente es el caso de robo y hurto,
que desde el punto de vista criminalístico son dos cosas diferentes,
aunque tengan algunas similitudes, toda
vez que ambos vocablos aluden al hecho
de sustraer algo. Se dice que robo es cuando hay violencia, y hurto cuando hay
sigilo. Existen otras características que los diferencian; pero que no son
necesarias esgrimir a la hora de una redacción periodística. Baste con usarlos
con la denominación principal, en aras de no confundirlos ni crear confusiones.
Sobre secuestro, también el autor de Al Filo del Delito da su parecer y
advierte que se emplea de forma incorrecta, y cita como ejemplo la frase:
“Secuestraron avión que había salido de Maiquetía con destino a Madrid y con 280 pasajeros”. Dice Santiago Gutiérrez
que los aviones se hurtan o se roban, lo cual es muy cierto; pero por la misma
razón por la que bala puede adquirir el significado de proyectil y viceversa,
se puede hablar del secuestro de un avión.
En 1984 fue noticia el secuestro del avión de la línea Aeropostal, en el
que gracias a la oportuna actuación de un grupo comando de la policía política de
Venezuela, fueron abatidos los secuestradores y puesta a salvo la tripulación y
pasajeros del vuelo 252. En todo momento se habló del secuestro del avión, no
de los pasajeros, pues eso es sobrentendido. Por cierto, el verbo abatir
también es corriente en la jerga policial y en algún momento le
dedicaré un comentario.
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