De gerundio en gerundio
de
gerundio en gerundio
No llevo la cuenta de las veces que he
escrito sobre el mismo asunto en los
casi veinte años de esta columna, pues lo fundamental es aclarar las dudas, sin importar cuánto se
haya hablado. Todas las inquietudes que
he recibido, han sido de gran importancia y merecen dedicación, en aras de dar
la respuesta solicitada. Sobre el tema de hoy, he dedicado muchos artículos, siempre con
un enfoque diferente en cada caso, con el deseo de que los redactores adquieran
facilidad en el manejo. Unos han asimilado la enseñanza y otros en cambio
persisten en la impropiedad. Hablaré una vez más del gerundio, a propósito de un
texto que me facilitó el profesor universitario José Duque, escrito
recientemente por Tito Balza Santaella.
Antes debo darle respuesta a una misiva de Carlos Alberto Jara, respeto de los
vocablos “profe” y “profa”, habida cuenta del uso extendido del segundo. Según
el Drae, profe es la manera apocopada y cariñosa de referirse al docente, sea
hembra o sea varón. Comúnmente se habla
del profe o la profe; pero se ha puesto
de moda “profa” para las féminas, lo
cual me parece innecesario. Es aceptable que las damas hayan querido
adoptar un término acorde con su sexo,
lo cual me parece lógico; pero con “la
profa” no se dice nada diferente de “la
profe”, pues con el artículo determinado femenino “la”, bastaría. Y ya
que he hablado de sexo, es menester aclararles que lo que determina si un ser humano es hembra o es varón, es el
sexo, no el género.
Balza Santaella simplifica el asunto del
gerundio en tres incorrecciones que son frecuentes en la redacción
periodística, y coloca ejemplos sencillos en aras de facilitar la comprensión;
pero omite unos puntos que son fundamentales, sin los que la explicación no
estaría completa. Es menester señalar que el
gerundio es un derivado verbal que contiene una noción de tiempo,
siempre relacionado con un verbo principal. El meollo en cuanto al uso adecuado
está en la relación que existe o pueda existir entre del verbo principal y el
que indica este. Para tal efecto, la Rae establece que debe haber anterioridad,
simultaneidad y posteridad casi inmediata. En el ejemplo “yéndonos en bus llegaremos
más temprano”, la acción expresada en el gerundio (yéndonos) es anterior a la
de llegar; en tanto que si decimos “llegando a casa me enteré de los
pormenores”, llegar y enterarse ocurren de forma simultánea.
La docta institución considera impropio el
uso del gerundio cuando expresa marcada posteridad, como ocurre cuando redactores de sucesos escriben: “El
delincuente huyo, siendo atrapado al día siguiente”. Entre la huida del sujeto
y su posterior captura, hay un gran lapso. Sería mejor si se escribiera que “el delincuente
huyó, y fue atrapado al día siguiente”. Este ejemplo lo he citado todas las
veces que he dedicado artículos al uso del gerundio; pero muy pocos diaristas
lo han entendido.
La posteridad casi inmediata entre la
acción del verbo principal y la que expresa el gerundio, se verifica en
ejemplos como: “Salió dando un portazo”,
“Llegó saludando a los niños” y “llegó cayéndose de una borrachera”. En los
tres ejemplos las acciones de salir, llegar, saludar y caerse ocurren casi al
mismo tiempo. Se incurre en incorreción en el uso del gerundio cuando se lo utiliza para indicar
consecuencia, como por ejemplo: “Sufrió una herida, muriendo luego”; “Cometió
un delito, yendo a parar a la cárcel”.
Lo propio es escribir: “Sufrió una herida y murió luego” y “Cometió un delito
y fue a parar a la cárcel”. No debe usarse como adjetivo calificativo, por lo
que es impropio escribir: “Llegó una dama vistiendo traje gris. Debe decirse:
“Llegó una dama que vestía traje gris”. No es correcto decir: “Enviaré una
carta protestando por eso”. Debe decirse: “Enviaré una carta en la cual
protestaré por eso”. No debe decirse: “Había
unos árboles cerrando la entrada, sino: “Había unos árboles que cerraban la
entrada”.
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