La academia y estadal
la
academia y estadal
Muchas personas desconocen que las
palabras surgen por necesidad expresiva de pueblo hablante y no por una imposición académica. No es descabellado
pensar que algunos se imaginen que los académicos se reúnen en un recinto
cerrado, ataviados con sus mejores galas, para “inventar” tal o cual palabra. En todas las ocasiones en
las que he tocado el tema, he hecho hincapié en que la Real Academia Española
ni acepta ni rechaza palabras, sino que
las registra. El desconocimiento sobre la función de la docta institución, a
veces conduce a equívocos. Es común y corriente oír que la palabra tal fue
aceptada por la Real Academia Española y por lo tanto puede ser utilizada, como
si hubiera que pedirle permiso.
Eso no tiene asidero, pues su función es meramente de registro. Esa supuesta
autoridad que muchos le han endosado a la Real Academia Española, es lo que ha
provocado que no se usen palabras, dizque porque no parecen en el registro lexical. Desde
luego, que no tenga autoridad, no desmerece la labor de la referida
institución, pues el valor lo tendría en definir cada término, en función de que sea
entendido por el común de los lectores, dado que en muchos casos muestra definiciones escuetas,
ilógicas y aun confusas.
Algo parecido ha ocurrido con la palabra
estadal, que el diccionario define, entre otras cosas, como una medida de
longitud en desuso, y de allí que muchos
se hayan agarrado para cuestionar el uso
como división territorial o segunda instancia del Poder Ejecutivo, como en el caso de nuestro país. No sé por
cuál la razón no le han dado ese significado; pero aun cuando no aparezca, todo
lo que surja del ESTADO como división
del territorio, es estadal, es una
derivación perfecta de ese vocablo.
Hay quienes insisten en que debe ser
estatal; pero ignoran que ese término está reservado al estado como nación, y
por regla de uso, siempre debe ir con inicial mayúscula: “Venezolana de
Televisión es una empresa Estado (o
estatal)”; “La explotación del espectro radioeléctrico es una actividad
privativa del Estado (o estatal)”; “Los gringos siempre han participado en los
golpes de Estado en Latinoamérica”, etc. Se escribe con inicial minúscula
cuando es división del territorio o en
los demás casos: “Los habitantes del estado Zulia están padecido por la sequía
prolongada”, “Las lluvias de los días más recientes han causado inundaciones en
los estado llaneros” y “En el estado en que se encuentra el salón de clases, no
podrá haber actividades”.
Sobre estadal y estadal siempre ha habido
y habrá polémicas, las cuales podrán
resolverse en la medida en que se entienda que estadal será para lo que derive del Estado (nación), y estadal
para la segunda instancia de la administración pública: maestros estadales,
Policía Estadal, Consejo Legislativo Estadal, Dirección Estadal de Educación, etc. Y no es que sea un capricho,
como pudiera pensarse, sino una forma de darles el uso adecuado a cada término,
sin importar que con esa definición, estadal no aparezca en el diccionario.
Hay quienes son academicistas y
legalistas y se oponen a todo lo que no esté plasmado en un texto producido por
alguna institución que tenga cierta autoridad. En el caso del lenguaje, eso no válido, toda vez que, si de autoridad se
trata, esas la tiene el pueblo hablante. En el caso de estadal no ocurre lo
mismo, dado que en el Título IV de la Constitución de la República Bolivariana
de Venezuela, referido al Poder Público, se habla de “Poder Estadal” y no estatal
(artículo 136).
De modo pues que, si la palabra estadal
está consagrada en nuestra Carta Magna como
sustantivo para nombrar lo que deriva de estado como división del
territorio, ¿para qué seguir insistiendo en lo contrario? La ocasión
es propicia para recalcar que la
región en Venezuela no existe como
instancia del poder, sino como una división administrativa de recursos u otros
fines, por lo que no tenemos gobiernos
regionales, son estadales.
dfigueroa64@gmail.com
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