Nuevas palabras y conectivos

 nuevas palabras y conectivos   

     El viernes 11 de los corrientes tuve la oportunidad de asistir en Guanare a un taller sobre periodismo político institucional, dictado por el licenciado Edgar Padrón, quien fue director de prensa del Gobierno del estado Portuguesa, exfuncionario diplomático y estudioso de las ciencias de la Comunicación Social. A la referida actividad acudieron periodistas, estudiantes de periodismo y personas que de una u otra forma están ligadas con el noble oficio de informar. Fue una excelente exposición por parte de Padrón, toda vez que  se abordaron  temas con los que nos toca lidiar a diario, como el uso de la voz activa, la  pasiva, el empleo de conectivos y la utilización de varios verbos para describir una acción. Hubo sin embargo algo con lo  que no estuve totalmente de acuerdo, y es el cuestionamiento que el facilitador  hizo sobre los neologismos. De eso voy a hablarles,  sin ánimos de polemizar, aunque cualquiera es libre mostrar su parecer con lo que aquí escribo. Curiosamente, no se habló del uso inadecuado del gerundio, uno de los grandes males que aquejan a la redacción periodística.  
     Las palabras surgen por necesidad expresiva del pueblo  y no por una imposición académica. Las hay por composición o por derivación. A las nuevas se les da el nombre de neologismos, mientras que a las que caen en desuso, se las conoce como arcaísmos. Es inevitable que el surgimiento de una    tecnología conlleve el nacimiento de nuevos vocablos, sobre todo cuando no existen los que puedan describir el uso. El caso que siempre cito  es el  del fax, que funciona como una copiadora a distancia a través del hilo telefónico. Dio origen al verbo faxear. Si nos situamos en los tiempos actuales, nos toparemos  con  chatear y tuitear, que la necesidad expresiva ha creado para describir la acción de comunicarse a través de  lo que se conoce como redes sociales (que a Padrón no le parece que sean redes). Ese hecho  a nadie puede alarmar, pues es una demostración del dinamismo y la vivacidad de nuestro idioma.
     Ahora, una cosa es emplear neologismos y otra usar términos importados, en sustitución de los nuestros, dizque porque suenan más bonito, lo cual sí es algo ante lo cual se debe estar alerta, pues atenta contra la unidad lingüística, amén de que es una muestra de pitiyanquismo, ese que tanto cuestionó Mario Briceño Iragorry y que hoy día tiene otra connotación. Es menester destacar que todos los idiomas están compuestos por palabras de otros, que inicialmente fungen  como préstamos y que a la postre se  lexicalizan.
     Se dice  que el español contiene más de cuatro mil arabismos, es decir,  términos provenientes del árabe. La razón: ochocientos años de dominación. La palabra chubasco, con su variante femenina en algunos casos, se utiliza mucho en el llano con una ligera diferencia respecto del significado que da el Drae: “Chaparrón o aguacero con mucho viento”. Los llaneros, por lo menos los de Portuguesa, la usamos para referirnos a una lluvia pasajera. Chubasco deriva del portugués chuva, que en ese idioma es lluvia. 
     En cuanto a los conectivos, comparto el criterio de Padrón, pues estos deben evitarse en el periodismo  político institucional, en virtud de ser más directos y decir más con menos palabras, aunque a veces su uso es prudente,  mas no indispensable. Por definición,  los conectivos son elementos de enlace (conjunciones, adverbios, frases adverbiales, etc.) que permiten unir términos, oraciones o párrafos. La metodología para la elaboración de anteproyectos, proyectos, tesis, trabajos de grado, trabajos especiales de grado, ensayos, artículos  y cualquier otro modo de divulgación científica, sugiere el empleo de conectivos. En el periodismo político institucional  se recomienda omitirlos, en aras de ser más directos y precisos. Por mala costumbre, muchos periodistas abusan de los conectivos, además de que  usan hasta tres verbos para describir una acción, como por ejemplo: “El director hizo la entrega de la premiación”. Con decir que entregó los premios, le hubiese bastado y se habría ahorrado unos cuantos caracteres.

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