¿Extranjerismos o imitación servil?

¿extranjerismos o imitación servil?

      Para los que creemos en Dios nos es fácil saber dónde está el origen de los idiomas  hablados en todo el mundo, pues si revisamos el capítulo 11 del Génesis, nos encontraremos con la Torre de Babel, episodio en el que se narra la osadía de varios  hombres,  de armar una estructura para llegar  al cielo, y cómo el Creador les confundió  el habla  para que abandonaran  su propósito.  “He aquí el pueblo es uno, y todos estos tienen un solo lenguaje; han comenzado la obra y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer. Ahora pues, descendamos y confundamos allí su  lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero”, dijo Jehová  (Génesis  11: 5-6).
       Es fácil colegir que, luego de que el Ser Supremo los esparció sobre la faz de la tierra, surgieron los idiomas que  hoy día hablamos, los cuales han subsistido con el intercambio de vocablos entre estos, que los entendidos en la materia llaman extranjerismos o préstamos lingüísticos. De eso  voy a hablarles, en función  de aclarar que, una cosa son  las frases y giros idiomáticos extranjeros, y otra la imitación torpe y  servil  en la que muchas personas incurren, en detrimento de los idiomas, en este caso de  nuestro idioma.
     No se puede condenar el uso de extranjerismos por el mero hecho de serlos,  toda vez que ninguna lengua tiene un vocabulario  tan extenso y completo que pueda cubrir todas las necesidades expresivas de sus hablantes. Los avances alcanzados en todas las esferas de la actividad cotidiana crean  necesidades  que se van multiplicado, lo cual obliga a dar nombre a lo que antes no existía,  pero que ha comenzado a existir. En los años ochenta, durante mi estada como técnico supervisor  de la siempre estimada  empresa Cadafe, recuerdo que  se puso de moda el verbo faxear, pues había surgido el fax y era necesario apelar a una palabra que describiera la acción o la función   de un equipo que hacía copias a distancia mediante una comunicación telefónica y que era la novedad del momento. Hoy se habla de chatear, tuitear y hasta de wasapear (whatsapp), que aparecerán en la vigésima tercera edición del Drae, prevista para octubre de este año. Eso no es cuestionable,  toda vez que es una demostración  del dinamismo de las lenguas, sobre todo de la nuestra, que es muy dinámica y expresiva. Sin embargo, cada idioma, por rico y expresivo que sea, siempre ha tenido, tiene y tendrá necesidad de recurrir a nuevos vocablos, y muchos de esos llegarán por la vía de los extranjerismos. Hay palabras que se han españolizado, y la necesidad expresiva nos impulsa a usarlas de la forma en que han entrado en nuestro léxico: fútbol, beisbol, volibol, basketball, sándwich, hamburguesa, lo cual no tiene nada de malo, por las razones antes descritas. Fútbol y basketball, además,  han enriquecido la sinonimia, pues para no repetirlos, se puede hablar de balompié y baloncesto.  
Lo ridículo es que se usen palabras extranjeras en sustitución de las propias, como el caso de marketing, opening, email, magazine, racing, souvenir, sport, rating, share y otras que denuncian la incultura y el servilismo de quienes las usan. Hay países de América Latina, como en Colombia, por ejemplo (y que me disculpen mis hermanos colombianos), en donde cantan el cumpleaños en inglés, lo cual es el colmo del servilismo.
     Se debe tener presente que constantemente entran a nuestro idioma palabras provenientes de otras lenguas, lo cual es inevitable.  Algunas son adquisiciones válidas que enriquecen nuestro vocabulario. Otras, en cambio, son chocantes e innecesarias y deben evitarse, sobre todo cuando se usan por desprecio del propio idioma. Pero el desprecio más allá de las palabras, y la muestra más fehaciente es la cadena  CNN en español, radicada en  Atlanta (Georgia), en la que  periodistas y locutores (latinos todos)  imitan el acento anglosajón, como el caso de Juan Carlos Arciniegas  (colombiano), que quiere ser más estadounidense que los nacidos en esos lares, y de paso, con su actitud  arrogante,  afeminada y misógina, trata siempre de opacar el talento y la belleza de la dominicana Mariela Encarnación, su compañera en el programa Showbiz.

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