Escena del crimen

escena del crimen

Miguel Alvarado Piña, antiguo condiscípulo en la siempre recordada Escuela Técnica Industrial de Acarigua, de la que egresamos como bachilleres hace treinta años y algunos meses, aparte de destacado jurista, es también un gran conocedor del idioma español. Con Alvarado Piña suelo compartir impresiones acerca del lenguaje, especialmente del derecho, en el que –en mi opinión-, hay muchas frases y expresiones que para el común de la gente son impropias. Hace más de veinte años se hablaba de “averiguación de nudo hecho”, una figura que se aplicaba a funcionarios que presuntamente estaban involucrados en hecho irregulares, y mi duda era que, para fuese un nudo, lo lógico es que estuviera hecho; pero mi antiguo compañero de bachillerato considera que no es “nudo hecho”, sino la deformación fonética de “hecho desnudo”, lo cual demuestra la acuciosidad de Miguel y su facilidad para el lenguaje y habla por sí solo del éxito que ha tenido en su desempeño profesional. Es de los pocos abogados que conozco, que manejan con relativa facilidad el lenguaje que emplea.
     Antes de entrar en materia, agradezco los comentarios elogiosos para esta columna, del coronel Ybrahim Noriega, a quien le agradezco su autocalificación de asiduo lector de Nuestro Idioma. Gracias, comandante.
     Durante el más reciente encuentro entre Miguel y yo, hablamos de la expresión escena del crimen, habida cuenta de la existencia de una serie televisiva estadounidense con ese nombre, en la que se muestran todos elementos modernos con los que cuentan los cuerpos de investigación para esclarecer hechos delictivos, generalmente crueles. Él sostiene que desde el punto de vista criminalístico, escena y escenario no es lo mismo, toda vez que la primera palabra alude a una acción que se realiza en tiempo presente; en tanto que la segunda es una acción consumada.
     Argumenta que el investigador acude al lugar donde se produjo un hecho, para colectar evidencias de interés criminalístico que le permitan determinar las causas de algo que ya pasó y no que está en desarrollo, con lo cual queda evidenciada la diferencia entre dos palabras que de buenas a primeras son sinónimas; pero que en la investigación criminal, una cosa es la escena y otra el escenario. Eso desde luego, a lo mejor esa diferencia no es determinante para esclarecer los hechos; pero es una forma de llamar las cosas por su nombre. Y si nos preciamos de ser profesionales, debemos comenzar por ahí.
     La sinonimia de las lenguas no es perfecta, y por eso ocurre que algunas palabras tienen significados similares; pero no podrán usarse en el mismo contexto. Bizarro es sinónimo de bravo, y etimología es sinónimo de origen; pero no yo puedo decir que fulano de tal está bizarro conmigo, por decir que no me habla. Así mismo, sería ridículo preguntarle a alguien por su etimología cuando queramos saber su lugar de origen, dado que etimología es el origen de las palabras.
     El argumento de Miguel Alvarado Piña está avalado por el significado que el Drae les da a las palabras escena y escenario. Si se aplica la semiótica básica del tercer semestre de Comunicación Social, fácilmente se puede colegir que escena tiene un significado connotativo de algo que ocurre en el momento; mientras que escenario nos traslada a algo ya pasado, y que de acuerdo con algún interés, será investigado, en función de establecer las responsabilidades.
     No se trata de imponer el uso de un lenguaje rebuscado, sino de conocer el uso y significación de palabras que son comunes en ciertas y determinadas áreas, con la finalidad de usarlas adecuadamente. En el argot del derecho, prisión y presidio no es lo mismo, y sin embargo, si a alguien lo condenan a cinco, diez o veinte años de presión o presidio, aunque haya diferencia en el nombre y puede gozar de algunos beneficios, son los mismos cinco, diez o veinte años de encierro. Existen otras palabras y frases que son en apariencia contradictorias; pero que tienen su aplicación.

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