¡La redundancia no vale!

¡la redundancia no vale!


     Es frecuente oír a personas hablar de lo que no saben, por lo cual, en la mayoría de las veces dicen que cosas sin sentido, y en el peor de los casos, rayan en lo ridículo. Hay quienes aseguran que la Real Academia Española ha aceptado el uso de frases redundantes y pleonásticas, y en tal sentido, se puede hablar de “sube para arriba”, “baja para abajo”, “salte para afuera”, “vete para allá”. Eso se lo oí hace ya varios años a un cantante de música llanera en Guanarito, quien en un alarde de “erudición”, no se dio cuenta de la gran ridiculez en la que incurrió. Voy a hablarles entonces, de redundancia y pleonasmo; pero antes les anuncio que al taller de ortografía y redacción que he estado anunciando en esta columna, no se le ha fijado la fecha ni el costo, por lo que pido disculpas, toda vez que la semana pasada señalé que hoy daría el resto de los detalles. Es seguro que se llevará a cabo en abril en Acarigua-Araure, en la sede de la Upel,  con una duración de 16 horas académicas, distribuidas en dos sábados y dos domingos. El costo será entre mil y mil seiscientos bolívares, y la fecha la anunciaré oportunamente por varios medios. Muchas personas ya han manifestado su intención de participar, y quien desee hacerlo, puede contactarme al 04143528938. Habrá cupo solo para 25.
     En el lenguaje oral es frecuente la expresión “valga la redundancia”, como una excusa ante el empleo de palabras o expresiones redundantes, lo cual no sería criticable, siempre que se tenga conciencia de que se incurrió en algo indebido. Hay quienes, por imitación y aun por ignorancia, hablan de “rebundancia”, lo cual hace más cuestionable la situación.  Por lo general, se dice que la redundancia supone una propiedad de ciertas expresiones o frases que contienen partes predecibles a partir del resto de la información. Lo redundante, por lo tanto, no aporta datos, sino que reitera algo que ya se sabe o que se desprende de otras partes de los contenidos. Pero no a toda redundancia puede considerársele un vicio, dado que si se la usa con intención, puede constituir un recurso literario. La expresión “entra para  adentro”, por ejemplo, es redundante, ya que no se puede “entrar afuera”. Es suficiente con el sólo hecho de referirse a “entrar”, pues  se sobreentiende que se trata de ingresar a algún lugar.
     Lo mismo puede decirse de frase “dile a Miguel que suba para  arriba”,  pues es imposible “subir  para abajo”. Y si alguien dice: “La editorial publicó tres obras póstumas del autor tras su muerte” o que “los científicos han descubierto cuatro especies diferentes”, sería el colmo de la redundancia, dado  que todo lo póstumo ocurre tras el fallecimiento de alguien, y no hay dos especies iguales, por lo que si hablamos de cuatro, no tiene sentido aclarar que son diferentes.
     Muchos periodistas y profesionales universitarios que emplean el lenguaje como herramienta básica de trabajo,  no se han percatado de que al decir “enmarcado o en enmarcada dentro de…”, incurren en redundancia, dado que  enmarcado, enmarcada o en el marco de, supone que hay algo dentro de algo. Es por eso que en el periodismo impreso, radial y televisivo, se lee y se escucha que “las actividades están enmarcadas dentro de las políticas sociales del Gobierno Nacional”. Con decir “en  el marco” o “enmarcadas en”, sería suficiente.
Ahora, ¿cuál es la diferencia entre redundancia y pleonasmo?  La redundancia es el uso innecesario de una o más palabras que se emplean en una oración, pero no aporta expresividad ni nada nuevo al significado de la frase. No cumple ninguna función, y por eso su uso no está justificado. Es censurable y debe evitarse. El pleonasmo, aunque  también es la repetición de términos innecesarios, difiere de la redundancia, ya puede ser usado  como recurso expresivo, con la intención de dar más fuerza, viveza o espontaneidad a la expresión.
@nuestroidioma65
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