Extranjerismos
Extranjerismos
Quienes me conocen y han leído esta
columna, pueden dar fe de que no soy muy dado a utilizar palabras de otros
idiomas, pues prefiero las del nuestro, al que le he dedicado gran parte de mi
vida. Eso no significa que sea xenófobo ni sienta animadversión por lo que proceda del
exterior, dado que a veces es indispensable apelar a ciertos recursos
lingüísticos foráneos para comunicarnos. De hecho, el idioma español está amalgamado
con palabras y expresiones que llegaron de otras latitudes y que posteriormente
se lexicalizaron. En varias ocasiones me he referido al tema, y hoy volveré sobre él con la
intención de dejar claro que no cuestiono el uso de palabras foráneas por el mero hecho de serlo, sino el
abuso en el que incurren algunas personas, que por ignorancia o colonialismo lingüístico, desechan
lo nuestro. A eso, Mario Briceño Iragorry lo llamó pitiyanquismo y lo definió como la
imitación servil de las costumbres y modo de ser de los estadounidenses. Por
cierto y a propósito de “imperio norteamericano”, muy de moda en el lenguaje
reporteril político, la nacionalidad de los nacidos en Estados Unidos, es
estadounidense y no norteamericana.
Norteamericanos lo son también los canadienses y los mexicanos. El uso que en
Venezuela se le da a la referida expresión, señala directamente al gobierno o a
la forma de gobernar en Estados Unidos y no al de sus vecinos Canadá y México, aunque sean socios en muchas
actividades.
Antes de entrar en materia debo aclarar,
por una amable sugerencia de mi amigo Thelmo Travieso, que de acuerdo con las
normas ortográficas de 2010, muchas cosas cambiaron, y lo que antes fue
“v”, ahora es “uve”, y lo que era “w”,
pasó a llamarse “doble uve”, sin afectar el nombre de las palabras que se
construyen con esas letras. A pesar de no ser tan nuevos, a muchas personas les
ha costado adaptarse a los cambios.
Extranjerismos, como su nombre lo sugiere,
son palabras de otras lenguas. En muchos
casos mantienen su estructura original y en otros se castellanizan, es decir,
se convierten en préstamos lingüísticos. Eso es normal en todos los idiomas, habida cuenta del
dinamismo que los caracteriza. Lo
anormal y cuestionable es el empleo de palabras extranjeras en sustitución de
las propias, dizque porque están a la moda, suenan más bonito y dan caché. En
nuestro país la publicidad, la radio y la televisión han contribuido para que ahora se diga “abstract”
en lugar de resumen o extracto; “back- up” por copia de seguridad o “consulting”
por consultoría. Si es el caso de un
beisbolista del que se espera gran rendimiento y no ha mostrado mayor cosa,
algunos comentaristas se atreven a decir que fulano de tal no ha agarrado el “time”.
En el fútbol la marcación férrea la llaman “pressing”, como si en español no
hubiera una palabra que expresar la misma acción, como presión, por ejemplo. La
imitación que se hace del inglés o de otra lengua, según Briceño Iragorry, por
lo general no es con intención de
desplazar la nuestra; pero sí obedece a una mentalidad colonizada, en la que
los medios de comunicación han tenido gran responsabilidad, motivado por el
inmenso poder inductivo que estos
ejercen.
Hay casos en los que es necesario emplear los términos de la lengua
original, debido a que no tienen traducción al español, como la mayoría de las
palabras en el béisbol, mas sin embargo, una que otra tiene su equivalente en
nuestro idioma. En cambio, hay otros deportes en los que todos sus vocablos se
pueden usar en perfecto castellano; pero por creer que en inglés suenan más
bonitos, muchos son los que pisotean nuestra lengua, con intención o sin ella. Los
locutores nuestros, comentaristas, periodistas y publicistas, con contadas y honrosas excepciones, se creen
más gringos que los nacidos en territorio estadounidense.
dfigueroa64@gmail.com
@nuestroidioma65
nuestroidioma65.blogspot.com
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