¡Una vez más el cuarto árbitro!

¡Una vez más el cuarto árbitro! 

     No soy comentarista deportivo ni p
retendo usurpar la función de quienes  se desempeñan en esa faceta de la locución, en la que lamentablemente abundan los disparateros, con contadas y honrosas excepciones que se distinguen muy fácilmente. Hago esta salvedad en virtud de que el año pasado escribí una crítica sobre la pobreza del lenguaje deportivo e inmediatamente saltaron algunos que se sintieron aludidos y quisieron desvirtuar el comentario; pero no mostraron argumentos, sino que recurrieron al descrédito y a otras acciones que desdicen de su condición de comunicadores sociales del micrófono. Incluso, unos intentaron persuadir a un supuesto gremio de locutores deportivos, a pronunciarse en mi contra, pues habían sido ofendidos. Hoy, a riesgo de las reacciones que pudiera motivar este artículo, debo decir que no son muchas las contribuciones que los comentaristas y narradores deportivos le hacen al lenguaje. Y a los que, luego der leer este artículo pudieran estar en desacuerdo, les comunico que las ideas se combaten con ideas. ¡Bienvenido sea el debate!
     Antes de entrar en materia, debo expresar mi pesar por la desaparición física del profesor y catedrático Alexis Márquez Rodríguez, que a pesar de haber estado ligado con Portuguesa, su muerte pasó casi inadvertida, por lo menos acá.  Nació en Sabaneta, pero creció en Guanare, y  muy pocas fueron las condolencias que se expresaron a los familiares y amigos de ese ilustre hombre de letras, que fue formador de generaciones de periodistas y maestro a distancia de los que nos consideramos aficionados del buen decir. Paz a su alma.
    La evolución del fútbol ha permitido la inclusión de nuevos elementos que lo hacen más dinámico. Son diecisiete reglas; pero periódicamente, sobre todo antes y después  de celebrarse competencias de gran importancia, la FA Board Internacional, órgano conformado por las cuatro asociaciones de fútbol del Reino Unido y la Fifa, se encarga de actualizar las reglas del fútbol en escala  mundial. Una novedad en su tiempo fue  la incorporación del denominado cuarto árbitro, al que muchos no le dan  ese nombre, toda vez que, según la opinión calificada del árbitro colegiado guanariteño Manuel Castillo, es un asistente, como también son los que actúan por las bandas.   
     La máxima autoridad en el juego la ejerce o debe ejercerla el principal; los demás lo asisten. Desde ese punto de vista, lo que muchos comentaristas y narradores deportivos llaman cuarto árbitro, debería ser tercer asistente. Si admitimos que el cuarto hombre designado para actuar en un partido de fútbol, por equis o por ye se le considera árbitro, entonces no tendría cabida la frase “terna arbitral” (grupo de tres),  muy usada en las transmisiones de radio y televisión, quizás por la fuerza de la costumbre de cuando solo eran tres, lo cual es aceptable, siempre que se tenga conciencia de que son cuatro las personas que, por lo menos en partidos de fútbol organizado, se encargan de que el juego se desarrolle de acuerdo con lo establecido en el reglamento. Esa es mi opinión.
     Otra novedad ha sido la incorporación de las mujeres en una actividad que por muchos años estuvo reservada al sexo masculino. Sin dudas, es un logro del sexo femenino; pero por desconocimiento, muchos locutores y periodistas del ámbito deportivo las llaman árbitros: “El entrenador del equipo  La Plaza protagonizó una acalorada discusión con la árbitro” o “La árbitro decidió suspender el partido por la fuerte lluvia”. No es un problema deportivo, sino de lenguaje; pero los comentaristas y narradores  deberían convencerse de que al hacer uso un micrófono de radio o de televisión, actúan  ante una gran audiencia a la que están obligados a respetar y a hablarle con propiedad, en virtud de cumplir con el precepto moral de educar, entretener e informar. Otra falla en cuanto al uso del lenguaje en el fútbol, es la “pluralización” del saque de esquina. Se sabe que el rectángulo tiene cuatro esquinas; pero el cobro se realiza desde una. En tal sentido,  no es “saque de esquinas” (en plural), sino de esquina (en singular). ¡Y que ruede balón!
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