¡En español suenan mejor!
La
Fundéu (Fundación del Español Urgente) es una organización supervisada y
avalada por la Real Academia Española, encargada de resolver dudas relacionadas
con la escritura y la pronunciación de palabras de nuestra lengua materna.
Mantiene una publicación diaria con recomendaciones sobre cómo resolver las impropiedades
lingüísticas. La particularidad de esa fundación, patrocinada por el BDVA de
España y a la que estoy suscrito, es que procura que los usuarios del idioma
español tomen conciencia de la importancia de no emplear términos o expresiones extranjeras
innecesarias, con lo cual estoy de acuerdo, dado que no se justifica la
sustitución de palabras propias por otras importadas, especialmente del inglés,
dizque porque suenan bonito y dan caché. Eso es una muestra de ignorancia y de
aquello que el insigne venezolano Mario Briceño Iragorry llamó pitiyanquismo,
que no es más que la imitación torpe y servil de las costumbres y el modo de
ser de los estadounidenses.
He perdido la cuenta de las veces que he escrito
sobre los extranjerismos, y quienes me han leído o me leen con frecuencia,
habrán podido notar que no condeno su uso por el simple hecho serlo, pues a
veces son indispensables, sobre todo cuando existe la necesidad expresiva para
describir una acción que deriva de algo proveniente de otro idioma. Lo cuestionable
es que existen venezolanos que se jactan de ser educados, cultos, instruidos y
sobre todo muy patriotas; pero en su lenguaje abundan los vocablos extranjeros
innecesarios, y los usan como si en español no existieran los equivalentes. Por
lo general, esas personas critican acremente al “imperio estadounidense”; pero,
si apenas tienen una oportunidad, montan un “spa” o se van de “shopping” al
país que tanto odian. El ejemplo más palpable lo han mostrado la exdefensora
Gabriela Ramírez y la exdiputada Hiroshima Bravo, quienes están gozando de lo
lindo en la crema y nata del imperialismo. ¡Hipocresía del siglo XXI!
Con motivo del comienzo del campeonato de
la Fórmula 1 en Melbourne, Australia, la Fundéu propone la sustitución de algunos
términos extranjeros innecesarios, que
se emplean en las informaciones que describen el desarrollo de esa importante
competencia que acapara la atención de los aficionados en todo el mundo. En
primer lugar, la ciudad sede de la primera válida, es Melbourne, no Melburne.
En cuanto a los neumáticos, los usados para el pavimento seco, son los lisos,
no los slicks; en tanto que los otros
son los neumáticos de lluvia, y no los full wet. La pole position, que muchos
se esmeran en pronunciar en perfecto inglés, es posición de salida. La warm up lap
no es otra cosa que la vuelta de calentamiento. El pit lane se conoce en
español como calle de garajes o de los estacionamientos. El safety car es el vehículo
de seguridad. Pare y siga y parada de penalización, son las opciones en español a la voz inglesa stop and go, una
sanción que consiste en que el piloto debe ir a su garaje, parar diez segundos
y luego continuar la carrera.
Y es que algunos de los narradores y
comentaristas venezolanos de Fórmula 1 se creen más gringos que los nacidos en
Manhattan, y en vez de pase y siga, se llenan la bocota diciendo drive through,
que es una penalización en la que el piloto está obligado a pasar por la calle
de garajes a velocidad limitada antes de reincorporarse a la carrera.
Además, se recuerda que las formas Fórmula
1 y Fórmula Uno son correctas e igualmente aceptables para referirse a la
competencia automovilística, y que el
término clasificación, no calificación, es el apropiado para referirse al logro
de un puesto determinado para participar en una válida.
Es prudente destacar que no solo en
Fórmula 1 se emplean términos extranjeros innecesarios, toda vez que eso es una
constante en casi todos los deportes. Sin embargo, hay narradores y
comentaristas que conocen muy bien su oficio y están conscientes de la
responsabilidad que tienen ante el público, y en ese sentido tratan de utilizar
las palabras correspondientes, sin rebuscamiento y en nuestro idioma oficial,
con excepción del beisbol, en el que la mayoría de las acciones no tienen
traducción al español.
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