Halla, haya, aya y haiga
Halla,
haya, aya y haiga
Es justo reconocer que las impropiedades
lingüísticas en los medios de comunicación y por ende en el común de los
hablantes, han disminuido, y ello se
evidencia en las frecuentes publicaciones a través de las redes sociales, de
advertencias sobre las más comunes, acompañadas de ejemplos sencillos para
disiparlas; pero a pesar de los esfuerzos, de cuando en cuando aparecen
verdaderos disparates que denuncian la incultura y la escasa preparación de sus
autores. En la redacción periodística, aun cuando la solución es sencilla, no
ha habido manera de evitar que aparezca un verbo en gerundio mal utilizado, cuando
publican que “el delincuente huyó siendo detenido al día siguiente”; que en un
accidente automovilístico, “el acompañante del motorizado salió expelido”; o
que “un antisocial atracó a un ciudadano con un facsímil”. Sobre todos estos
casos he escrito en varias oportunidades, y aunque ha habido mejoras
sustanciales, todavía quedan rezagos, dado que son vicios que se han convertido
en indesarraigables. Hoy les hablaré de halla, haya, aya y haiga, pues aunque a
simple vista parezcan una nimiedad, muchos son los profesores, abogados,
médicos, ingenieros, locutores y
periodistas que no han podido superar la dificultad.
Antes de entrar en materia, acuso recibo
de una interesante inquietud de mis amigos Luis Enrique Colina y José Carucí,
sobre la forma correcta y respetuosa de referirse a Hugo Chávez, habida cuenta
de que falleció en el ejercicio del poder. Existe la duda sobre si llamarlo
expresidente o presidente fallecido. Yo me inclino por lo segundo, y en
consecuencia, así lo argumentaré en la venidera entrega de esta columna. Es un
tema bastante interesante, y desde ya quedan abiertas las puertas para recibir
los argumentos que puedan dar pie a un interesante y enriquecedor debate.
La palabra halla es la forma de la tercera
persona del singular del presente de indicativo, o la segunda persona (tú) del
singular del imperativo, del verbo hallar (se), que significa encontrar (se): “No
sé cómo lo hace, pero halla siempre una excusa perfecta para no ir”; “La sede
de la organización se halla en París”; “La flora se halla constituida por
diferentes especies”; “Halla la hipotenusa del siguiente triángulo rectángulo”.
En todos los casos, halla puede sustituirse por “encuentra”: “No sé cómo lo
hace, pero encuentra siempre una excusa perfecta para no ir”; “La sede de la
organización se encuentra en París”; “La flora se encuentra constituida por
diferentes especies”; “Encuentra la hipotenusa del siguiente triángulo
rectángulo”.
Haya puede ser un verbo o un sustantivo.
Cuando actúa como verbo, es la forma de primera o tercera persona del singular
del presente de subjuntivo del verbo haber. Con ese valor se utiliza, bien
seguida de un participio para formar el pretérito perfecto (o antepresente) de
subjuntivo del verbo que se esté conjugando (haya visto, haya mirado, etc.),
bien como verbo de una oración impersonal: “Espero que Luis haya aprobado”; “No
cree que el niño se haya vestido solo”; “Quizá haya algo que podamos hacer”.
Cuando es sustantivo, es femenino y designa un tipo de árbol: “Hay que podar el
haya del jardín”; “Se sentó a la sombra de una frondosa haya”.
Aya es un sustantivo femenino que
significa “mujer encargada en una casa del cuidado y educación de los niños o
jóvenes”: “Aún se acordaba de la aya sabia y cariñosa de su infancia”; “La
vieja aya seguía llevando a los niños al parque”. En Venezuela y en otros
países de Hispanoamérica, que yo sepa, a la mujer que se encarga de esos
menesteres, se le da otros nombres: nana, nodriza, niñera, institutriz,
preceptora, ama, compañera, mucama, tata, etc.
Y finalmente, haiga es una forma
incorrecta de decir haya. Es un barbarismo común del habla coloquial, y, como
tal, se encuentra fuera de la norma culta. Haiga se oye en expresiones, como: “Cuando
yo haiga terminado te aviso”; “Hasta que él no haiga pedido disculpas, no lo
voy a escuchar”. Haiga es además un “automóvil grande y ostentoso”. Muchos
políticos, profesores, locutores y
periodistas, sin habérselo propuesto, se han convertido en verdaderos
“campeones del haiga”. Haiga tiene un gracioso origen, que podré contarlo en
otra ocasión.
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