Intervalo y Éfeso

Intervalo y Éfeso

     Hace varios años existió en la televisión venezolana la cuña de un producto para la higiene íntima de la mujer, en la que se pronunciaba una palabra de acentuación grave como si fuese esdrújula, lo cual constituía una burda deformación fonética de un vocablo, que de manera impune hacía diariamente, y varias veces al día, una empresa de publicidad, con la complicidad de las plantas en las que era transmitida. En publicidad, siempre lo he dicho, existen muchos disparateros y disparates, aunque también hay personas muy talentosas y creativas, que marcan la diferencia. Afortunadamente, la marca desapareció; pero fue tanto el arraigo que tuvo, que muchos, incluidos profesionales universitarios, lo usan de manera inadecuada. De eso voy a hablarles hoy, y también  de la palabra Éfeso, por petición de un abogado guanariteño y además pastor cristiano, que tiene dudas de cuál es la forma correcta.   
     La semana pasada otro abogado, dada mi relación con los medios de comunicación, me consultó sobre el costo de un cartel, en virtud de que debía publicar uno con “intérvalos de 24 horas” o algo así. Como esa no es mi ocupación, le recomendé que averiguara el precio, y yo con mucho gusto se lo haría llegar al periódico, habida cuenta de que constantemente voy a Guanare o Acarigua, en donde están las redacciones de los tres impresos que circulan en Portuguesa. Aproveché la ocasión, y esa sí es mi obligación moral, para advertirle que la palabra correcta es intervalo, con acento en la penúltima sílaba (palabra grave). Vale acotar que a las palabras graves se les coloca la tilde cuando terminan en cualquier consonante, menos “n”, “s” o vocal. Me dio un argumento plagado de incongruencias, con el que demostró que la gramática, la ortografía y la lingüística no son su fuerte.
     Entre sus alegatos, el aludido jurista trató de justificar el uso inadecuado, en un supuesto lenguaje coloquial, que según él, permite el uso de palabras en razón de gusto, lo cual es una demostración de que no sabía de lo que estaba hablando, y solo discutía para llevar la contraria, como acostumbran algunos que, para mostrar su “erudición”, hablan de lo que no saben. Ese desconocimiento es más cuestionable en profesionales universitarios, que en alguna etapa de su formación, con toda seguridad, recibieron nociones elementales de gramática y ortografía.
     El lenguaje coloquial no es nada de lo que el cuasipaisano guanariteño pretendió atribuirle. Lo coloquial, en lo tocante al lenguaje, es  el que, independientemente de la profesión o estatus social del hablante, se utiliza en la conversación natural y cotidiana. Esa, básicamente, es una forma particular de hablar; pero de ahí a que alguien quiera escribir para un periódico “ajualá” por ojalá, hay un abismo. Por tratarse de un texto jurídico que ha de ser publicado en medios de difusión masiva, no podrán usarse términos coloquiales. Lo de intérvalo por intervalo no es nada coloquial, sino desconocimiento, o en el mejor de los casos, descuido. Algo parecido ocurre con la palabra fulgor, con la que existe una marca de baterías para vehículos y máquinas. Lo correcto es la acentuación aguda (fulgór, con tilde en la o, si la llevara); pero los “creativos” de la publicidad han inducido a pronunciarla como grave (fúlgor). Debo aclarar que en ninguno de los casos se les marca la tilde, y solo se la he colocado para tratar de facilitar la comprensión.   
     En cuanto a la duda de mi estimado hermano en Cristo, la escritura propia de la ciudad en la que nacieron los efesios, es Éfeso (palabra esdrújula), una  localidad del Asia Menor, en la actual Turquía. Muchas personas la pronuncian como si fuese grave (Efeso), y ello se debe a que incluso en los textos bíblicos aparece sin tilde, como consecuencia de la falsa creencia de que a las letras mayúsculas no se les coloca el símbolo gráfico. Aparte de ser el gentilicio de los nacidos en Éfeso, es la forma de  abreviada de efesios, el décimo libro del Nuevo Testamento, cuya escritura  se atribuye a Pablo de Tarso en Roma para sus seguidores de la Iglesia de Éfeso, desde donde también escribió la epístola a los colosenses.
@nuestroidioma65
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