Enfermedades en minúsculas

Enfermedades en minúsculas

     Lo más desagradable con lo que se puede topar un buen lector, sin dudas, es con  un texto minado de letras mayúsculas innecesarias. Se ha vuelto una mala costumbre colocarle inicial mayúscula a todo, y por eso es frecuente ver oficios y documentos en los que en un mismo renglón aparecen varias mayúsculas ociosas, que denuncian el descuido y desconocimiento de la persona que las escribió. Ese defecto es más notorio en la redacción jurídica, toda vez que hay muchos abogados en ejercicio, jueces o fiscales, que le colocan inicial mayúscula a todo lo que se les antoja. No es un vicio exclusivo de los profesionales del derecho; pero sí es el ámbito en donde más abunda, y para muestra, solo basta leer cualquier texto, aunque es justo reconocer que existen contadas y honrosas excepciones que se distinguen muy fácilmente. Hago la salvedad, porque no faltará alguien que diga que quien esto escribe, ha lanzado un ataque en contra de los abogados y de su gremio, como ocurrió una vez, cuando supuestamente había ofendido a una asociación de narradores y comentaristas del estado Portuguesa.    
     En el artículo de hoy me referiré solo al uso de las letras mayúsculas en los nombres de enfermedades, por lo que no podrá ser considerado como un estudio completo sobre mayúsculas y minúsculas. Sin embargo, dadas las dudas que aún persisten, no está demás recalcar que los días de la semana, los meses del año y los gentilicios, se escriben con inicial minúscula, a menos que con ellos se comience un escrito: “Las solicitudes de becas las reciben los lunes, miércoles y viernes”; “La campaña de vacunación contra la poliomielitis se desarrollará desde enero hasta marzo”; y “A los venezolanos y  los colombianos nos une el vínculo irrompible de la hermandad, sea cual sea la situación política”. ¿Así, o más claro?          
     Los nombres de las enfermedades se escriben en minúscula, salvo los propios que formen parte de ellos. Pese a que no es un asunto difícil de entender, no es raro que aparezcan escritos de modo inapropiado los nombres de estas, como se muestra en los siguientes ejemplos: “La Fibrosis Pulmonar Idiopática, un mal de origen desconocido”; “El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad afecta a casi 3% por ciento de los niños mexicanos” o “Detectaron dos casos de Gripe A en Tierra del Fuego”. En los tres ejemplos las iniciales mayúsculas son innecesarias.
     Tal como explica la Ortografía académica en el apartado sobre las enfermedades, sus nombres se escriben con carácter general en minúscula. En cambio, sí se inician con mayúscula los nombres propios que siguen a expresiones como síndrome de, mal de, enfermedad de o similar (enfermedad de Creutzfeldt-Jakob,  síndrome de Korsakoff, síndrome Hansen), o a veces las identificaciones que, a modo de código, especifican variantes (gripe A). En algunos casos, el nombre propio puede funcionar como una denominación informal de la enfermedad, para lo cual se considera lexicalizado y se escribe también en minúscula y adaptado al español; así, se escribe parkinson; pero debe escribirse mal de Parkinson.
     Según la Fundéu, “la mayúscula se está usando más en las enfermedades menos frecuentes o en las que tienen una sigla, pero no por ello dejan de ser nombres comunes, en los que lo adecuado es la minúscula. Es decir, de igual modo que se escribe alergia, asma, cáncer, gripe, hernia o resfriado, lo recomendable y apropiado  es esclerosis lateral amiotrófica, insensibilidad congénita al dolor, fibrosis quística o degeneración hepatolenticular”.
     A todas esas, en los ejemplos citados, habría sido más apropiado escribir: “La fibrosis pulmonar idiopática, un mal de origen desconocido”; “El trastorno por déficit de atención e hiperactividad afecta a casi 3% por ciento de los niños mexicanos”; y “Detectaron dos casos de gripe A en Tierra del Fuego”.  Para saber esto, no es necesario ser médico.
     Y a propósito de síndrome de Hansen, ese es el nombre científico de la lepra, enfermedad que afecta a la humanidad desde al menos 4000 años, según evidencias halladas en la India e Israel. En Levítico, que es el tercer libro de la Biblia y por ende del Pentateuco, se nombra a la lepra en varios capítulos.
@nuestroidioma65

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