¡Cuando el problema es el verbo!

 ¡Cuando el problema es el verbo!

     Muchas de las impropiedades que se leen y se oyen en los medios de comunicación, tienen su origen en el desconocimiento de algunos aspectos básicos. Para escribir medianamente aceptable, es indispensable saber lo que es una palabra grave, aguda, esdrújula o sobresdrújula, lo cual redundará en el buen uso de la tilde; es necesario usar con propiedad los signos de puntuación y uno que otro asunto gramatical. Lo demás se adquiere con la práctica. Al escribir, sobre todo si es para el público, se debe tener presente que el efecto pudiera ser igualmente provechoso que dañino. Hay periodistas con mucha experiencia en redactar notas; pero si alguien revisa al azar cualquier párrafo, se encontrará con impropiedades que son producto del descuido, del desconocimiento y de la arrogancia, pues piensan que porque son licenciados en Comunicación Social, se las saben todas y no necesitan que alguien les haga una observación. El resultado de esa actitud de soberbia y altivez se refleja en escritos plagados de errores, que fácilmente se pudieran erradicar si  revisan un buen diccionario, una tabla de conjugación o un simple manual de ortografía.
     Les hablaré de tres verbos que son fuente de equivocación y a los que en otras ocasiones me he referido. Antes, entiéndase por verbo, “la parte de la oración que expresa esencia, estado, acción o pasión y por lo general, el tiempo y la persona”. El primero de ellos es aplicar, que en nuestro país, por imitación servil del inglés estadounidense, se le da un significado que no tiene. El problema que presenta este verbo es que suele compararse con el inglés en referencia a “to apply”, que sí significa “solicitar” o “pedir”. Por el contrario, en castellano, no se debe decir nunca que se “aplica a una entrevista de trabajo” o a “un cupo en la universidad”, sino que uno se presenta o solicita algo. Es frecuente leer u oír que “Fulano de tal aplicó para un empleo y fue admitido”. Otro mal uso se observa en publicidad (mala publicidad), cuando por ejemplo una empresa promueve un concurso o actividad para la que hay una serie de requisitos o condiciones, se dice que “ciertas condiciones aplican” en lugar de ciertas condiciones se aplican o no se aplican, que es la forma correcta, de acuerdo con el contexto. Ignoran los “creativos” publicitarios, que aplicar es un verbo transitivo, es decir, la acción recae sobre una persona o cosa, expresa o tácita.
     El segundo es emanar, que muchos redactores lamentablemente no saben usar, aun cuando su ocupación habitual es educar, entretener e informar. Se han puesto de moda frases como: “Una orden emanada por el Presidente”; “La orden fue emanada por la dirección del plantel”, en las que hay un uso inadecuado de la preposición “por”. Emanar, entre otras acepciones, significa emitir, desprenderse de sí, lo cual permite colegir que las cosas emanan “de” y no “por”. Hace pocos días estuve viendo la emisión estelar del Informativo Popular, del canal estatal Vive, y me sorprendió la cantidad de veces en que la bella jovencita que funge de ancla incurrió en el despropósito. Claro está, la culpa no es toda de ella, pues hay una responsabilidad compartida con la o las personas que redactan las notas, que con gran soltura y mucha elegancia la chica lee para la teleaudiencia. Y no sea crea que el problema es solo de Vive, dado que en casi todos los telediarios la malhadada expresión se ha convertido en una especie de comodín.
     Cierra la trilogía el verbo abatir, que significa colocar horizontal lo que estaba vertical. Fundéu advierte que no se debe emplear dicho término como sinónimo de matar, asesinar, disparar o tirotear, como hacen algunos. En el lenguaje policial, cuando hay muertos en enfrentamientos, se habla de que “el sujeto fue abatido”. La frase es usada en sentido figurado, pues por lo general cuando alguien es tiroteado y estaba de pie, su posición final será horizontal, dependiendo del escenario del hecho. Ahora, se debe tener presente que al decir que “Fulano de tal cayó abatido”, se incurre en redundancia, toda vez que abatir lleva implícita la noción la noción de caer. Con decir “fue batido”, basta.
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