La forma diacrítica de la entonación

La forma diacrítica de la entonación

     En muchas ocasiones he considerado prudente hablar de temas que han
sido tratados con anterioridad en esta columna, y que a pesar de lo sencilla de la explicación, las dudas e impropiedades no han sido disipadas. Sobre las palabras por la índole de la entonación, por ser uno de los aspectos fundamentales para una buena escritura, he publicado muchos artículos, con  ejemplos fáciles de digerir; pero aun así, continúan las fallas. El meollo del asunto está en que algunas personas, aun con una redacción aceptable, no saben cuándo y por qué una palabra debe llevar tilde o no, además de que no se les dificulta distinguir entre lo que es  acento y lo que es tilde. Hoy vuelvo sobre el asunto.  
     Antes de entrar en materia debo advertir que “ahí”, “hay” y “¡ay” son tres cosas diferentes, aunque suenen parecido. La primera  es un adverbio de lugar, la segunda es una forma del verbo haber y la tercera es una interjección que se utiliza para expresar dolor, placer o sorpresa.
     En la primaria y en el bachillerato se enseña que existen dos tipos de acento: el símbolo gráfico (tilde)  y el prosódico, entendido este último como el tácito o sobrentendido. En mi época de estudiante nunca oí hablar de un tercer tipo de acento; pero en la actualidad se dice que hay tres: la tilde, el prosódico y el diacrítico e incluso algunos gramáticos registran la existencia de uno más. No estoy de acuerdo con esa apreciación, pues el acento es y será uno solo. Una cosa es que, por la naturaleza de las palabras, a unas se les coloque y a otras no, por su terminación o por la función que cumplen dentro de la oración. Las palabras, con la excepción de algunos monosílabos, aunque no se les marque la tilde, siempre llevarán acento (entonación), toda vez que este es la mayor fuerza de voz  con la que se destaca una sílaba (sílaba tónica); mientras que tilde es el símbolo gráfico que se coloca sobre la sílaba tónica de algunas palabras. Para manejar con facilidad el asunto de la entonación de las palabras, es indispensable saber lo que es una palabra aguda, una grave o una esdrújula, además de poder diferenciar lo que es acento y lo que es tilde, que aunque parezcan sinónimos, no lo son.  Para mí no son cuatro acentos, sino cuatro formas de aplicarlo.
     La forma diacrítica   es la  que permite distinguir palabras que se escriben igual, pero que tienen significados distintos y presentan diferente pronunciación. En este sentido, la Ortografía de la Lengua Española señala que  se utiliza “a fin de diferenciar en la escritura ciertas palabras de igual forma, pero distinto significado, que se oponen entre sí por ser una de ellas tónica y la otra átona” y que generalmente pertenecen a categorías gramaticales distintas.
     Existen palabras que cumplen más de una función dentro de la oración, y es necesario colocarles una tilde para evitar confusiones, como en el  tú (pronombre personal), frente a tu (adjetivo posesivo): “Tú tienes muy claro cómo planear tu futuro”;  él (pronombre personal), frente a el (artículo): “Él siempre elige el camino más corto”; mí (pronombre personal), frente a mi (adjetivo posesivo): “Para mí es importante que te acuerdes de que es mi cumpleaños”; sí (pronombre personal, adverbio de afirmación o sustantivo), frente a si (conjunción o nota musical): “Sí, el otro día se me olvidó comprobar si había apagado la televisión”; té (bebida), frente a te (pronombre o letra te): “Por lo que veo, el té rojo es el que más te gusta”;  dé (forma del verbo dar), frente a de (preposición o letra de): “Me encanta que mi hijo me dé buenas noticias de sus calificaciones”; y sé (forma del verbo ser o saber), frente a se (pronombre, indicador de impersonalidad o de marca refleja): “Sé muy bien que no se rinde a las primeras de cambio”.

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