La coma del vocativo y acentuación (I)
La
coma del vocativo y acentuación (I)
No llevo la cuenta de las veces que he
escrito acerca de los signos de puntuación y de las palabras por la índole de
la entonación, y en cada ocasión he mostrado ejemplos sencillos, tomados de los
medios de comunicación y del habla cotidiana, en función de contribuir con la
erradicación de las dudas. Me complace saber que a la luz de las observaciones
vertidas en esta columna, muchas personas que utilizan el lenguaje como
herramienta básica de trabajo han adquirido destrezas en el manejo del asunto, lo
cual evidencia que este trabajo de divulgación periodística, que en noviembre de
este año cumplirá 24, no ha sido en vano. Pese a que ha habido grandes avances,
aún hay quienes no han podido apercibirse de los elementos esenciales para una
escritura medianamente aceptable. Lo lamentable es que esas personas son en su
mayoría profesionales universitarios: periodistas, educadores y abogados inclusive,
quienes por el rol que desempeñan, están en la obligación moral de usar bien el
lenguaje, sin presumir de gramáticos o lingüistas. ¿Cómo puede un periodista
comunicar, si confunde esta con está, si no sabe distinguir entre el “sí” afirmativo y el “si” reflexivo? ¿Cómo un educador puede sobresalir, si
escribe “Nelsón”, “estuvierón” y
“vinierón”, en lugar de Nelson, estuvieron y “vinieron? ¿Cómo haría un abogado para
ganar una demanda si no sabe que el nombre se separa del título u ocupación
coma, y este del nombre con punto y coma?
Son situaciones e interrogantes a las que siempre les he dado respuesta
por diversas vías, por ser una fuente inagotable de dudas, el artículo de hoy
está dedicado una vez más a la coma, especialmente la del vocativo, y a las
palabras por la índole de la acentuación, que son, a mi entender, las fallas más
frecuentes.
La coma es, sin dudas, el signo de
puntación más difícil de manejar, aun cuando hay reglas básicas para usarla de
forma adecuada. Entre sus múltiples usos, está el del vocativo, que muchos
ignoran, y esto lo digo con base en la frecuencia con que aparecen casos en los
que por desconocimiento se omite. En las redes sociales abundan escritos
plagados de impropiedades de ese tipo, que denuncian el desconocimiento e
incultura de sus autores. Es encomiable su intención de expresarse, pues es un
derecho universal; pero es bastante lamentable y triste, sobre todo cuando son
personas con un supuesto nivel de preparación.
El vocativo es la palabra o las palabras
que sirven para invocar, llamar o
nombrar a una persona o cosa personificada, como por ejemplo: “Rosa, ¿quieres
ir al cine esta tarde?”; “Quiero que sepas, amigo, que ya resolví el asunto que
estaba pendiente”; “¡Felicidades, mi señora!”. Puede ir al principio (Rosa), en
medio (amigo) o al final (mi señora). También se usa para iniciar un diálogo:
“Cristina, ¿cómo estás? En los saludos: “Hola, profesora, buenos días”; en
peticiones: “Caballero, tráigame la cuenta”; y en las disculpas: “Lo siento,
señorita, no fue mi intención”.
Es importante saber que en cartas y otros
documentos en los que por lo general se apela al tratamiento cortés seguido del
nombre o título, no se usa la coma vocativa, sino los dos puntos: “Estimado
José”; “Apreciado doctor”; “Querido amigo”. No es lo mismo decir “Alberto deja
de llorar”, que “Alberto, deja de llorar”, y de allí la importancia de la coma
del vocativo, aunque muchos no lo crean.
En cuanto a la acentuación, es necesario
decir que para manejar el asunto con relativa propiedad, es indispensable saber
lo que son las palabras agudas, graves, esdrújulas y sobresdrújulas.
Sin ese conocimiento, básico y fundamental, adquirido en primaria y secundaria,
es difícil que se puedan vencer los obstáculos. Además, se debe tener claro lo
que es entonación, terminación, acento y tilde. Entre acento y tilde hay una
sutil diferencia que conviene conocer en virtud de evitar equívocos. Acento es
la mayor entonación de voz con la que se destaca una sílaba; mientras que terminación
es la letra final. Por ignorar esa
definición, muchos escriben “Nelsón”, “estuvierón”, “vinierón”, pues se dejan
llevar por una vaga noción de la definición de las palabras agudas e incurren en lo que
los gramáticos llaman ultracorrección, que no es otra cosa que incurrir en
errores por tratar de evitarlos. Las tres palabras terminan en “N”; pero no por
eso deberá colocárseles la tilde, dado que son de entonación grave.
@nuestroidioma65
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