¡Buena esa, Mercantil!

 ¡Buena esa, Mercantil!



     La razón de ser de Nuestro Idioma, siempre lo he dicho, es hacer críticas y aportar soluciones sobre asuntos de la comunicación oral y escrita, mas no  ridiculizar a nadie, como piensan algunos que no tienen idea de cuál es el verdadero propósito. Nunca nombro personas para zaherirlas, aunque ha habido alusiones directas, pues pienso que de esa manera (con las alusiones) es posible motivar un mejor uso del lenguaje. Por lo general, las observaciones son dirigidas a quienes utilizan la palabra como herramienta básica de trabajo, lo cual los obliga moralmente a tomar conciencia sobre la importancia de mantener la unidad linguística del idioma español. De cuando en cuando, sin mezquindad ni otra actitud malsana, he elogiado el esfuerzo de los que se preocupan por mejorar su escritura y expresión oral. Precisamante, hoy me referiré a una institución bancaria que mediante su cuenta en la red social Twitter, promueve y desarrolla una campaña, con la que me identifico plenamente.
     Mediante una especie de "píldoras" gramaticales, el Banco Mercantil instruye a los usuarios de esa red, sobre las impropiedades más comunes en el lenguaje de los medios de comunicación y en el habla cotidiana. Los invito a que sigan la publicación y se nutran con el contenido que regularmente aparece en forma sencilla y muy fácil de asimilar. Me gustó mucho lo de la palabra aperturar, y de ella voy a hablarles una vez más, en función de refrescar los conocimientos, pues en varias ocasiones me he referido al tema; pero antes pido disculpas a los seguidores de esta columna, especialmente a los que la reciben por vía de correo electrónico, por la cantidad de errores de transcripción que se colaron en la publicación anterior. Sin ánimos de justifiarlos, todo ocurrió luego de la reinstalación del sistema operativo de mi computadora. Sin haberlo deseado, el procesador de palabras habitual fue desplazado por uno desconocido para mí, que no da la opción de revisión ortográfica, a la que muchos estamos acostumbrados,  o por lo menos no sé en dónde encontrarla, además de que no permite cuantificar las palabras y los caracteres. Como sabrán, solo soy columinsta; y dentro pocos días, licenciado en Comunicación Social, pues periodista soy desde que tenía 17 años.     
     Antes, le doy las gracias a mi amigo Rafael Ángel Parra, consecuente  seguidor de esta columna y también crítico de gramática y ortografía, quien tuvo la gentiliza de alertarme sobre el despropósito, lo cual me permitió tomar las previsiones para evitar que la publicación en el periódico estuviera minada de errores, que son fácilmente detectables y que el lector advierte que no son por desconomiento, sino por descuido; pero sea cual fuere la cuasa, al fin y al cabo son errores que deben evitarse, en función de no crear confusiones que contraríen la esencia de esta columna.        
     Sobre aperturar se han escrito infinidades de artículos. El profesor Alexis Márquez Rodríguez (QEPD) dedicó varios en su muy leída columna "Con la Lengua", primero en el diario El Nacional y luego en "Tal Cual". Por mi parte, les digo que perdí la cuenta de las veces en que me he referido al tema, y para desconsuelo, muy pocos son los que han tomado el asunto con seriedad, responsabilidad y han superado el escollo. A pesar de los esfuerzos, hoy día es común, incluso en personas que son estimadas como conocedoras de la gramática y la linguística, el uso de aperturar como si fuese una invención de la que habría que sentirse orgulloso.
     En el lenguaje bancario es frecuente la expresión "aperturar cuentas", y si a algún simple mortal se le ocurre decir que va a abrir una cuenta, más vale que no, pues nunca falta el funcionario sabidillo que, con cierta dosis de antipatía y regocijado nivel cultural, le "corrija" que no es abrir, sino aperturar. De las entidades de ahorro y préstamo, la dichosa palabra se extendió a otras áreas, y hoy día es prácticamente un comodín. Se habla, por ejemplo, de que "la empresa tal aperturará un fideicomiso a sus trabajadores" o que "a fulano de tal le aperturaron un expediente por conducta indebida". En los medios impresos, radiales y televisivos es frecuente leer u oír que "el funcionario tal aperturó la exposición" o que "el registro electoral lo aperturarán en el tiempo estipulado por el CNE". O sea, yo aperturo, tú aperturas, él apertura, nosotros aperturamos, ustedes aperturan, como si no existiese el verbo abrir.
     Ahora, a todas esas personas que piensan que con usar aperturar en vez de abrir demuestran gran dominio del idioma y "se la están comiendo", es prudente aclararles que todo lo que se dice con aperturar, se puede y debe decir con abrir, y por lo tanto eso de aperturar es un uso anodino y hasta ridículo. Existe el verbo abrir, legítimo y común en el vocabulario de personas de mediana cultura, del que deriva el sustantivo apertura. Ahora, aperturar es una derivación perfecta de apertura, en analogía con otras de su misma naturaleza; pero es ociosa y por tal razón innecesaria, puesto que con abrir bastaría.

     Sin dudas que la iniciativa del Banco Mercantil es un gran aporte para el buen decir, que ojalá sea emulada por otros bancos y por todas aquellas empresas que estimen que hablar bien y escribir mejor no es nada difícil, siempre que se tenga presente la importancia de comunicarse con eficiencia,  eficacia y elegancia, que nunca están demás.    

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